Agonía en solitario

En el madero, agonizante

se encuentra colgado Jesús,

solitario y siempre amante

viendo todo desde su cruz.

Solitario, como muchos

que agonizan y se van.

solitario como otros

que se guardan en soledad.

Jesucristo murió solo,

con sus amigos lejos de él

sin recibir un abrazo

viviendo un final cruel.

Teniéndose sólo a sí mismo

Jesucristo estuvo en la cruz,

Sintiéndose abandonado

Y viendo al final la luz.

En el madero, agonizante

se encuentra colgado Jesús,

solitario y siempre amante

acompañándonos desde la cruz.

En el madero, agonizante,

se encuentra colgado Jesús.

Abriendo los brazos bastante

y enseñándonos la luz.

En el madero, agonizante

se encuentra ahora el enfermo,

sintiendo el amor edificante

de aquel que venció a los infiernos

Maigo

Conversión…

Cuando me veo

por tus dolores salva,

en ti  Dios, creo.

 

Maigo.

 

 

Indolencia

Veo su amor en el lugar donde se encuentra,
y veo el dolor que ese amor trajo consigo,
veo sufriendo a quien siempre ha sido amigo
pero, oigo gritos que de esa visión me alejan.

Nadie expresa terror o condolencias,
sólo hay ruido de insultos y de fiesta,
es el ruido que ensordece mis oídos,
es el barullo que del amante me aleja.

Los espacios infinitos se han cerrado,
¡gloria y honor gritan algunos!
pero, no dejan de ver de lejos al sufriente,
y lo dejan sólo en el madero agonizando.

Ya no veo el puente que une al cielo con la tierra
ya no veo al madero sosteniendo a quien se entrega,
ya no veo y ya no oigo … el silencio se ha impuesto
como fiesta y el ruido me sumerge en la indolencia.

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Entre cruces y manzanas

Hay imágenes tan bellas que al presentarse ante nuestros ojos cambian para siempre lo que somos, algunas nos deslumbran con su apariencia y nos pierden: Eva cambió el paraíso por la apariencia apetitosa de un fruto que encierra a la muerte. Pero, otras imágenes son humildes y en lugar de cegar a quien las ve le devuelven la vista, pues en su humildad están llenas de luz verdadera: tal es el caso de la imagen que se presenta ante nosotros, cuando contemplamos al fruto que da vida desde el árbol que es la cruz, esta imagen convierte y mueve al hombre para que abandone una vida vacía y la cambie por la belleza que trae consigo la santidad.
Tal pareciera que el poder de las imágenes es considerable, pero éste depende de nuestra capacidad para entenderlas y vivirlas, no faltará quien vea una manzana en el fruto prohibido, y por ende nada de malo en comerlo, y tampoco lo hará quien vea a un hombre sufriente e ignorante en el crucificado, y por lo mismo incapaz de dar vida eterna al hombre, la cual a su vez es mal entendida.
La imagen sólo cambia a quien puede verla como tal, así como la palabra sólo es entendida por quien puede oír y reconocer que lo hace.

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