Narrativa serial

En la escritura de los guiones de las series hay una nueva modalidad de la literatura. Decía, si la memoria no me falla, el escritor mexicano José Emilio Pacheco. La idea no nos lleva a que sólo los guionistas serán literatos, es decir, a que la literatura no se pueda manifestar de forma distinta a un guion cuya finalidad sea plasmarlo en la pantalla. Pero si vemos la gran cantidad de personas a las que les gusta ver series, como paciente o ansiosamente esperan el siguiente capítulo, podemos creer que la escritura literaria no desaparecerá. Bueno, tal vez esta idea está muy exagerada, como una serie donde eventos sobrenaturales y diversas realidades convivan de manera absurdamente contradictoria y los robots tengan sentimientos olvidados por los humanos. Lo que se puede entender es que el gusto por ver las series, cuyo germen está en un guion, es lo que evidencia que la literatura encontrará diferentes maneras de manifestarse, que las personas podrían tener constante contacto literario. Lo anterior no garantiza que toda serie esté basada en una obra literaria monumental, pues sería casi como decir que las telenovelas, al tener una estructura narrativa semejante al de una serie (e inclusive con muchos más momentos de suspenso), son descendientes de Shakespeare. Tampoco quiere decir que series admiradas y aclamadas por la crítica especializada, que dejan constantemente en suspenso al espectador, como Stranger Things, tengan una historia que muestre aspectos centrales de la vida humana. La historia de la referida serie podría resumirse como el descubrimiento de una realidad alterna en la que queda atrapado un niño al que sus tres amigos, junto con una niña con poderosas capacidades psíquicas, intentarán rescatar. Esa serie, como la gran mayoría, atraen a millones de espectadores porque sus realizadores saben cómo desarrollar la historia, saben cómo dejar intrigado al público para que permanezcan atentos viendo la mayor cantidad de episodios al hilo. Aunque hay otras historias, como Mad Men, donde se presenta la complejidad de entender las propias decisiones, que nos muestra cómo se van nutriendo los rencores causados por el injusto trato laboral, destaca los límites que borra la ambición, entre otras minuciosas caracterizaciones humanas (entrelazadas en las historias de diversos personajes) que evidencian su calidad literaria y fílmica. Quizá sin series reproducidas por billones de personas a lo largo del globo no habría espacio para historias complejas como las de Mad Men y Better Call Saul. ¿José Emilio Pacheco sugería a los nuevos escritores que, ante la poca demanda y mucha oferta de nuevos autores, realizar guiones podría ser el camino donde cupieran todos?, ¿o nos habrá querido decir que ante el modo actual como nos relacionamos con el mundo, la rapidez con la que vivimos, el afán de novedad que se manifiesta en la mayoría de las personas, una buena manera de representar las acciones sería mediante las series?

Yaddir

Papas locas

“The difference between the almost right word & the right word is really a large matter

–it’s the difference between the lightning bug and the lightning”
Mark Twain

Nacen en Jalisco. Sólo en los altos, en los muy altos. No se sabe a ciencia cierta cuántas proteínas, carbohidratos o grasas tengan. No se sabe si serán frutos, raíces o tubérculos. Les dicen papas porque eso parecen si se les ve de lejos. Les dicen locas porque, además, parecen hacer lo que quieren. No siguen ninguna regla. Nacen así nomás: nadie las planta ni riega. Como de la nada, ahí están. Haya frío o calor extremo. De repente hay un montón, de repente se desaparecen. Deliciosas pero también peligrosas: si tienen más de tres lunares negros te enferman casi de muerte. “Son bien raras, así como las palabras, así como hablar”, me dijo aquel día el campesino que iba a venderle quesos a mi tía. Otra vez las palabras, pensé, siempre las palabras. A través de las ellas todo mundo habla (aunque quién sabe si, como más de alguno piensa, sean ellas las que a través de nosotros hablan). Pero las veces que se habla de ellas no son tantas. Luego de pensarlo un rato, pienso que tal vez el señor aquel tenía razón. Las palabras parecen hacer lo que quieren. De repente hay un montón de adjetivos adverbios y verbos. De repente, nada, ni siquiera un artículo o preposición. Muchas veces las buscamos pero no las encontramos. Escasean, se desaparecen. Otras veces, aunque no queramos, ahí están; brotan sin parar. Llegan y nada más. A veces en tiempos felices, a veces en los tiempos más tristes.  No sabemos de dónde viene que hablemos. Hablamos y ya. Quizá por eso olvidamos preguntar cómo demonios sucederá. Hilamos, tejemos una letra con otra, una consonante con una vocal. Luego una palabra con otra y otra más. Y ahí está. Pero, a pesar de tener muchas partes, todo esto se da en una completa unidad.  Esto de hablar, sigo pensando, es nuestro símbolo más grande. Aunque también, así como estas papas, las palabras pueden enfermar. Son deliciosas pero también peligrosas. Son el recurso de los hombres más justos y de los más injustos. El peligro está en que se pueden usar tanto para descubrir como para ocultar la verdad.

PARA APUNTARLE BIEN: “Hoy quemé tu carta. La única que me escribiste. Y yo te he estado escribiendo (sin que tú lo sepas) día tras día. A veces con amor, a veces con desolación, a veces con rencor. Tu carta la conozco de memoria: catorce líneas, ochenta y ocho palabras, diecinueve comas, once puntos seguidos, diecisiete acentos ortográficos y ni una sola verdad.” –José Emilio Pacheco en El principio del placer.

MISERERES: En el sexenio pasado y lo que va de este van, más o menos, 24 mil desaparecidos. La PGR anunció la creación de la “Unidad de víctimas para personas desaparecidas”, cumpliendo –dice- con el compromiso que el gobierno hizo. Se cumplirá hasta ver la efectividad, dicen los familiares de tales desaparecidos.   Por otra parte, a OCDE dio a conocer que en México las personas trabajan, más o menos, 500 horas más que en el resto de los países de tal organización. Y no, no les pagan más.