Me gusta el eco que queda cuando caen las gotas de lluvia; me acurruca y me permite soñar. Pero cuando voy en el transporte público y la lluvia cuadruplica mi tiempo de viaje, siento que cada gota es como una estocada que quiere matar mi paciencia lentamente. Hace no mucho estuve padeciendo dicha tortura moderna. Así que busqué ansiosamente medios para distraerme: un libro cercano para leer a hurtadillas, una persona lo suficientemente expresiva como para inventarle una historia o incluso un drama en las cercanías. Después de inventarme sin mucho éxito la historia de una cuarta persona, escuché una conversación que desde el inicio capturó toda mi atención:
-Eso del aborto en Argentina está cabrón, wey -le decía una persona joven a su acompañante.
-Bien cañón. ¿Cómo es posible que discutan si la mujer puede o no abortar? Los derechos no se discuten.
-A ver, ¿cómo?, ¿estás diciendo que estás a favor del aborto?
-¿Neta?, ¿estás insinuando que tú no lo estás?, ¿fuiste educado en un convento medieval o qué te pasa?
-No mames, no es eso. Obvio tengo ideas actuales. Pero me da como cosa que le quiten la vida a una persona. No sé, es como si alguien te cerrara para siempre una puerta y te quedaras a oscuras.
-Estás pero si bien mal. ¿No sabes que el sistema nervioso tarda más de tres semanas en desarrollarse en el embrión? No estamos hablando de un ser vivo, por eso no le estás quitando la vida a nadie. Actualízate.
-Claro que me actualizo. Hace poco vi un programa en el que decían que desde el momento de la gestación hay un embrión que no es la persona que está teniendo al bebé. O sea, lo que querían decir era que ese organismo era independiente de la madre, y si lo expulsaba de su cuerpo era como matar a alguien. Y la otra vez leí en una revista que suponer la base de la vida en el sistema nervioso era como aceptar que la vida se reducía a puro placer y dolor. La vida no se reduce a eso, nuestras acciones tienen consecuencias, como cuando abortas.
-¡Cálmate! Ya te pusiste a intensear. ¿Entonces para qué vivimos?, ¿no vivimos para pasarla bien? Para eso vamos al trabajo y nos chingamos horas sentados o azotados a los rayos del sol. Cada quién vive su vida como la quiere vivir. Si no tuviéramos libertad seríamos esclavos. Estaríamos en una cárcel.
-¡Cálmate, tú! Este intenseo está peor. Yo sólo decía que cuando se comienza a tener el embrión desde los primeros días ya se tiene una vida. A ver, wey. Todo sería más fácil si no se embarazaran las personas. Hay un chingo de métodos anticonceptivos. Así ya se evita todo el desmadre de la legalización.
-Todo mundo sabe que los métodos anticonceptivos también fallan. Dos, no todos tienen acceso a ellos. ¿Sabes cómo miran a una mujer si va a pedir condones a un centro de salud? Pésimo. Estamos mal como sociedad. Por eso estamos como estamos. Y eso que no he dicho qué pasa con las mujeres cuando sufren algún tipo de abuso. ¿A poco crees que no tienen derecho a decidir qué hacer en un caso tan cañón?
-Bueno. Ese es un caso bien cañón. Tienes razón. ¿Te imaginas quienes sí deciden tener al bebé a pesar de lo que pasó?, ¿por qué sí lo tienen? El niño no tiene la culpa de lo que pasó.
-Está súper cañón. Pero pues cada quien. Ha de ser feo recordar ese momento cada que se ve al niño.
Nunca se me había ocurrido pensar en algo así. Estaba verdaderamente consternado. Tanto que ya iba a participar en la conversación. Quería decirles que no sólo se trataba de vivir, sino de vivir bien. Que pensando en ello le podíamos dar una perspectiva distinta al problema. Pero justo me di cuenta que me tenía que bajar del transporte. No quería. Aunque no podía arriesgarme a perder más horas. Descendí pensando qué estaba haciendo para vivir bien y hacer que los demás, al menos las personas cercanas a mí, también vivieran bien.
Yaddir