Hojas caídas en verano

Solemos pensar que las hojas caen en el otoño, pero yo he visto cómo es que algunas frondas se vienen abajo durante el verano.

Llenas de vida, plenas de color, verdes y frescas: llenan los pasos de los caminantes.

Las hojas que caen del árbol para perder su frescura en contacto con la tierra, quedan tranquilas y apiladas en las veredas.

No es su momento para caer, señalan los que reparan en su ausencia.

Las veredas quedan forradas de verde por la vida de las hojas, y girando la vista hacia los setos desnudos a destiempo, los caminantes entienden que ellos son hojas y no saben cuando llegará su momento.

He visto frente a mis ojos a las hojas cayendo en el estío, perdiendo la frescura y alimentando con su vida a mi vida carente de sentido.

Sé que esas bellas hojas no caen porque estén secas o por frío, es un rayo en la tormenta de la vida la que las hace caer, sin que ellas puedan o quieran hacer algo para evitarlo, el rayo cae sin que las hojas quieran buscarlo. Llega y ya.

Veo las hojas frescas nacidas en primavera sucumbiendo en el verano, y aprecio la fuerza del rayo, de las lluvias y el granizo que no sólo tira a las hojas, a veces también el árbol.

Maigo

¿Quién es…quién mató al sueño?

Fair is foul, and foul is fair:

Hover through the fog and filthy air.

Shakespeare.

Se dice del engañado por las brujas en el bosque, quien alguna vez soñó con cambiar el mundo, y para hacerlo acabó con el régimen pasado, mientras lo alojaba en palacio, que fue un tonto y un malvado, porque pensó que con el asesinato todo lo había cambiado.

Macbeth, mató al sueño al buscar poseer la corona de Duncan, cazó y culpó a inocentes muchachos para lavar su culpa, el bosque lo persiguió y se movió hasta sus almenas y el pobre mortal perdió lo que pensó era una promesa.

Qué bueno que esos engaños de brujas funestas, sólo funcionan con quienes confunden a las seguidoras de Hécate con inocentes sirenas; si es que la inocencia cabe en esas criaturas que no aparecen en los páramos desiertos sino entre las turbulentas aguas.

La muerte de Duncan no fue en vano si es que los hombres sensatos aprenden a no esperar cambios que sólo se fundan en el discurso vano.

Quién fue Macbeth es algo que sólo sabemos por el engaño que las brujas muy divertidas le hicieron, lo que para ellas es comedia para el pobre iluso es una tragedia.

Pero, ahora los hombres no confunden lo justo con lo mezquino, pues saben que las brujas engañan y que hablar en los salones de los palacios desde la mañana no es señal de un buen sueño, sino de insomnio.

Sólo los ingenuos creen que todo el que madruga logró dormir bien.

Maigo

Belleza extinta

Se dice que la belleza es un bien efímero, que con la edad se va terminando ese tesoro que viene acompañado de la juventud.

Las personas que así piensan, que es una mayoría, se ven en el espejo y lloran por lo que se ha ido, o más bien por lo que se ha ido añadiendo al lienzo, ese rostro que en algún momento estaba libre de marcas.

Se dice que la belleza es un bien efímero, porque las cosas bellas suelen durar poco, el tiempo hace lo propio y las flores de la primavera se marchitan, llegan las lluvias veraniegas y los frutos se asoman para después dar paso a las otoñales hojas y a los fríos inviernos.

Se afirma el final de la belleza, como se afirma la fealdad de los inviernos y la falta de gusto en los otoños, la añoranza por las lluvias veraniegas y el anhelo por las primaverales flores.

Pero, no hay nada más falso que el carácter efímero de lo bello, porque lo bello en realidad perdura, sólo que con el tiempo olvidamos que la eternidad no es visible y que las amistades se forman con el tiempo.

Se miente sobre lo bello para que admiremos lo que es bonito como si sólo eso fuera verdadero, pero dejamos de lado lo noble, lo valioso y duradero, como la posibilidad de ver la belleza de las flores sin tener que destruirlas para ello.

Cuando niña yo cortaba a las flores, y las hacía marchitar más rápido sin darme cuenta de mi crueldad.

Ahora con admirarlas soy feliz, porque entiendo que lo bello se esconde en su temporalidad, en su fragancia y en su capacidad para guardarse en mi memoria, ese extraño baúl que atesora rayos de sol.

Se dice mucho sobre lo bello, pero en mucho de lo que se dice olvidamos lo que esto es, y lo confundimos con lo que atrae para pasar el rato, lo que es efímero, lo que es ligero y que es propenso a que se lo lleve el viento.

No entendemos qué es lo bello, porque ya no volteamos a verlo, y no lo miramos siquiera porque no entendemos que lo bello no se encierra entre lo nuevo, lo bello es un chispazo de la eternidad que nos rodea.

Maigo

Resfriado clasemediero

Los seres humanos nos resfriamos con frecuencia. El catarro es nuestro compañero durante muchas temporadas de nuestra existencia, es raro el año que pasamos sin tener resfriado.

Pobres, ricos y clase media padecen este mal común, hasta donde tengo entendido la gripe no distingue tanto, aunque sí hay diferencias entre cómo se vive la angustia y malestar de algo tan común como el catarro.

Las sensaciones se maximizan durante esas épocas en las que nos cuesta trabajo, ver, oler y a veces hasta escuchar. Sin tres de nuestros habituales sentidos sólo nos quedan dos para trabajar.

El sentido del gusto trabaja a medias, porque al no tener tan buen olfato a causa de la gripe, los sabores no llegan tan bien, aunque eso no impide que resulta agradable el sabor de los calditos o la sensación de tomar algo caliente cuando el frío parece invadir todo el cuerpo.

El tacto, en cambio parece agudizarse, cuando tenemos gripe, todo es molesto al tacto, se tiene más frío o más calor de lo habitual, se siente con anhelo la caricia de mamá cuando somos niños y se siente el dolor de su ausencia cuando se retira de nuestro lado, no importa la edad, no importa la condición o la economía cuando de la madre se trata, las sensaciones son compartidas.

La gripe es fea, a nadie le gusta estar enfermo, no importa, si eres pobre, rico o clasemediero, en eso todos estamos de acuerdo.

Al menos hasta donde me doy cuenta, el resfriado nos obliga a seguir con la vida, las acciones en la bolsa siguen cambiando, la necesidad de trabajar sigue estando ahí y el deber de buscar qué comer nos obliga a todos a salir.

Pero el resfriado nos exige el aislamiento, para evitar hacer daño a los demás, y aunque no siempre es posible porque no resulta del todo inutilizante, el resfriado nos hace buscar como nunca la reconfortante compañía del otro.

Pero hay de gripes a gripes, algunas son peores que nunca, porque ni siquiera nos permiten la mitad de un sentido del gusto, y menos el consuelo de ser acompañados por la caricia materna, dejan solo al enfermo y al que no ha enfermado lo sumergen en la desesperación.

Esas infecciones se vuelven peores en tanto que aíslan a las comunidades y más cuando dividen a las sociedades y ponen a los que buscan cuidar a los otros en contra de los que no tienen culpa y han enfermado.

Ante el desconocimiento de cómo son las enfermedades se busca culpar al enfermo y señalar que éste en algún sentido fue culpable de enfermar, pero pensar que la gripe es un castigo divino bien puede ser una exageración y un intento por separar a los puros de los impuros sin saber qué es lo que ve Dios en el corazón de los hombres sanos o enfermos.

Se dice que en primavera se da la presencia de resfriados que se extienden hasta el verano, el otoño, el invierno y dan la vuelta al mundo en cada estación del año.

Lo malo es que con esos resfriados la vuelta sigue haciendo daño, aunque con flores se despida a los acólitos de la separación entre enfermos y sanos. Me parece que la gripe da a todos los seres humanos, sin importar las condiciones morales, si se trata de castigos o no, no es algo que pueda afirmar.

Hace más de un año, la humanidad sufre por una gripe que nos obliga a aislarnos, es mortal y se ha usado como herramienta para separar a los que se sienten buenos de los que se sabemos malos.

Los primeros culpan a todo mundo, los segundos nos reconocemos como simples seres humanos, cometemos errores y podemos tener apertura a la salvación por medio del arrepentimiento y el abandono de nuestros pecados, no somos perfectos o moralmente superiores, pero intentamos hacer lo correcto y analizar constantemente nuestras acciones.

Lo peor de todas estas gripes son los ignorantes que ven en esos aislamientos la oportunidad para separar a la comunidad entre ricos, pobres y clasemedieros, sin ver que los aislados son ellos por no ver la realidad.

El aislamiento los lleva a creerse buenos y superdotados en el campo de la moralidad, pero aunque se visten de corderos sacan las garras cuando se percatan de cómo realmente los ve la comunidad.

Maigo

Agridulce

Dulce parecía el fruto que comió Eva, pero trajo consigo las amarguras de la muerte.

Amargo, en cambio. fue el fruto con el que se preparó el doloroso cáliz, que el hijo del hombre apuró en 3 años y 3 horas.

Tres años para prepararlo, 3 horas para devorarlo, o más bien para ser devorado por él. Después tres días de oscuridad que terminarían con el castigo conseguido por Adán.

Ese vino amargo, trajo el más dulce de los licores, al beberlo, la vida del hombre tiene sentido, porque se adereza con el amor infatigable de quien da la vida por sus amigos.

Algunos seres que buscan engañarse, y de paso quieren engañar a otros, se comparan con el buen pastor, y pretenden trasformar el agua en vino, pero no ven que el agua que trasforman está más sucia que el lodo de los cochinos.

Transformar el agua en vino es una cosa, pero querer cambiar el lodo y enseñar a ilusos seguidores que éste se transforma en algo bueno y puro, por el simple hecho de ser tocado por aquellos que sólo saben dar discursos, dista mucho de un buen cambio.

Sólo Jesucristo salva, en tanto que es el camino de obediencia a la ley eterna.

Las vanas transformaciones no dejan de ser engaños porque pintan de púrpura las aguas puercas, no importa si éstas se hacen una, dos, tres o hasta cuatro veces, siguen causando sed y cubriendo todo de miseria.

Maigo

Candidatos

Hay candongos que se sienten candidatos porque a fuerza de discursos han manchado la palabra.

Lo peor es que no se saben zalameros, de verdad creen que usan togas blancas porque encandilados con sus promesas han perdido la vista, el juicio y hasta las sandalias.

Hace tiempo, cuando a penas se acuñaba la palabra, los que usaban toga blanca en realidad la buscaban púrpura.

De tanto buscar la ropa púrpura, los cándidos que se creyeron candidatos y acabaron siendo candongos, quemaron la ropa que traían y ahora desnudos salen a mostrar la falsedad de las cicatrices que tanto presumían.

Esos mentecatos y holgazanes que sus falsas batallas presumían lloran al verse al espejo y darse cuenta de que los engañados no fueron los otros, en realidad fueron ellos porque ahora son la burla de los que los veían.

Maigo

Con esta entrada cierro el bloque, nos vemos cuando hayan pasado las elecciones

Apariencias

Llegó lo inevitable, se cayó la máscara porque terminó la mascarada. Después de la fiesta sólo quedaba el maquillaje corrido por la presencia del agua en su cara.

Se vio en el espejo, notó que ya casi no tenía tinte en el pelo, vio sus carnes, sintió alivio porque ya no traía la faja que tanto le asfixiaba, se quitó los zapatos, eran incómodos, pero durante la fiesta no podía hacer nada al respecto.

Debía sonreír, tenía que ganar a como diera lugar el reconocimiento que merecía por ser altruista y buena persona, en el fondo sabía que eso también era apariencia.

Llegó lo inevitable porque la mascarada se había terminado, miró su reflejo y notó que al fin se veía como realmente era, después de tanto fingir, después de tanto desmañanarse para poder arreglar lo que consideraba importante, algo que a nadie importaba y que sólo servía para que le criticaran.

El tirano frente al espejo se dio cuenta de que las apariencias engañan, y a quien más habían engañado era a él, de nada le servía su sonrisa, ya no encantaba a nadie, de nada le servía la faja, había comido tanto que su panza se asomaba de todas maneras.

De nada servían sus andanzas por tantas calles y caminos, sabía que su andar no le había llevado a ningún lugar, de nada servían los aplausos y vítores, porque los recibía a fuerza de pago y a fuerza de gritos que eran respondidos con un gesto adusto y con palmas sin ganas

Las apariencias engañan, y el más engañado es el que aparenta y pretende enredar en su telaraña a los otros, porque lo cierto es que de los tiranos siempre quedan sólo despojos, huesos secos y palacios vacíos y la lección clara de que las apariencias engañan.

Maigo