¡Mierda!

Hay veces en las que uno no puede escribir más que mierda. Uno toma una pluma y lo que caligrafía es mierda, teclea en la computadora y pareciera como si la pantalla misma se tornara café como si alguien se hubiera zurrado en ella. Y es que lo que uno tiene adentro es eso: mierda. Mierda acumulada por los años, mierda que uno no ha querido – o no ha sabido cómo – sacar, mierda que ya hasta está seca y sale como en pequeñas bolitas a las que uno les pone el nombre de haikus, pero no son más que mierda. Mierda que hasta duele cuando sale, con los retortijones de un alma que se ha vuelto entraña, intestino, orto que se abre dejando salir toda la porquería que la vida moderna nos hace acumular en nuestro interior.

Gazmogno