Presente

Se alistan los obsequios, pensando en navidad, se envuelven los regalos y a quien los recibe se espera agradar. Algunos se dan por cariño, otros sólo porque se debe dar, algunos son para los niños y otros para que se luzcan los papás.

En común todos tenemos que nos movemos en torno a la navidad, algunos para gozarla, otros para exhibirse quejándose de lo que se tiene que festejar. Hay quienes piadosos ven la llegada del Salvador y en silencio se preparan para renovar su corazón, también están los que brillan con festejos de oropel y los que en las fiestas lucen con amargura cruel.

En algún sentido todos nos movemos en torno a la navidad, algunos arrepentidos otros sin mirar, algunos preocupados por los presentes que deben dar, otros agobiados por los trabajos que hay tras festejar y otros mirando un pesebre que en su corazón está.

Los regalos y presentes se preparan porque falta poco para la fecha señalada, bajo un árbol se acomodan y con luces se iluminan muchas casas, algunos corazones se oscurecen y otros con plena luz se abrazan, algunos quedan ciegos y hay quienes la felicidad alcanzan.

Los presentes de la fecha con muchos colores se ensalzan, mientras que el mejor de todos en pañales se entrelaza; las luces en las casas emulan al pesebre que lúgubre y frío al mundo inundó con esperanza y dan cuenta de que la salvación nace y con la caridad se alcanza.

Se alistan los presentes y los que gozan y reniegan en torno a la navidad hablan, y unos y otros abandonamos la esperanza de salvarnos en silencio y de alcanzar con ello la gracia.

 

Maigo.

Nacimiento

Nacimiento

Bajo la grácil lumbre de una estrella

sin muerte, descansan bestias pacientes

rumiando el heno con seguros dientes,

esperando la carne de otra estrella.

Al fin, sin haber pecado nunca Ella,

muestra un sol fruto de saeta hiriente.

Es el Niño Verbo, la cruz de oriente

que anuncia al corazón: “No más querella”.

El silencio nocturno paz rutila

con el canto justo de otro día

que surge del fuego bueno y sereno,

el mundo atiende presto como ancila

olvidando la muerte que temía,

gracias sólo a Jesús el Nazareno.

 

 

Tacitus

Confesión Navideña

La cena se apresta, los regalos se envuelven; la paz, el amor y el perdón se anuncian a los cuatro vientos sin pasar más allá de los dientes. El ruido ensordece y la voz del niño recién nacido en medio de la noche se pierde. Esto es parte de lo que vemos en Navidad y es lo que gritan las voces que se escandalizan hablando de ésta como una época de hipocresía, comercio y mucho tráfico, el cual sólo trae consigo una gran cantidad de contaminación, pleitos y malos ratos.

No me uniré a esas voces, ni a los que consideran que un ave en el horno vale más que la Eucaristía de esta noche, ni a los que juzgan estos tiempos con la dureza de corazón que sólo puede mostrar aquel que se sabe perfecto e incapaz de caer en los errores que señalan en el corazón de los demás.

Mi canto esta noche será diferente, porque yo estoy perdida y no sé a qué voz pertenece mi canto, me siento anhelante de la salvación, pero al mismo al mismo tiempo también me sé indigna de la misma, veo en mi corazón una sucia cueva, llena de moho, humedad, oscuridad y de la suciedad que trae consigo el tránsito de las bestias; lejos está de ser un sitio calmo y abrigador como para pensar en que éste pueda ser un lugar propicio para recibir la llegada de un recién nacido. Lloro ante esta imagen, y en vísperas de Navidad sólo me mantiene la esperanza que trae consigo el perdón de mis faltas y mis olvidos.

Pido perdón a todos aquellos que he ofendido, empezando por ti lector que a pesar de mis fallas hasta ahora me has acompañado en esta aventura que ha traído consigo el uso, muchas veces descuidado, que de la palabra he hecho. Pido perdón a mis maestros, pues a pesar de su tiempo y enseñanzas he demostrado ser más obstinada para no aprender. Pido perdón a todos mis amigos y les agradezco su paciencia y comprensión, pues no siempre he sabido estar con ellos como es debido. Pido perdón a mi familia por no ser comprensiva y paciente. Pido perdón a mis enemigos porque de alguna manera me atraje la adversidad y los rencores que entre nosotros ha habido. Pido perdón a quien no he perdonado como es debido, porque me he dejado llevar por el odio y la incomprensión o no he sabido ser consuelo de quien ha sufrido. Y pido perdón a Dios, porque con mis olvidos, descuidos, indiferencias y rencores me olvido que está en el prójimo al que tanto he herido.

Con la esperanza de la salvación pido perdón, y deseo a quien me ha leído que Jesús nazca esta noche en su corazón.

Maigo.

Navidad

Sin tener en dónde reposar su cabeza, a sabiendas de que ésta descansará por última vez en sus brazos extendidos, consciente de que estos deberán abrirse en medio de dolores infinitos si es que quiere recuperar a sus ovejas perdidas; ha llegado el buen pastor a este mundo. El pastor que siendo dueño de todo abre sus ojos por primera vez en medio de la nada, el Dios vivo que deberá morir para dar vida a los corazones abrazados por el desierto, el cual por vez primera deja de crecer.

Maigo.

Promesa

Promesa.

Un nacimiento siempre es una promesa. A veces, la presencia del recién nacido nos dice que ya no es necesario esperar más, que lo que tanto se desea tener enfrente ya está ahí. Y hay otras ocasiones en que el llanto del recién nacido es el que promete algún cambio del que no es posible saber a ciencia cierta si es para bien o para mal.

No importa como se le vea, si como una promesa cumplida o como una recién hecha, lo que importa notar aquí es lo que significa un nacimiento. De no significar una promesa, hablar de nacimientos es un acto que se queda en una mera descripción biológica, la cual a veces puede ser mecanicista y a veces no o bien puede ser una conversación sobre artículos decorativos que no pueden faltar en casa la noche del 24 de diciembre.

El día de ayer se celebró un nacimiento que es la promesa de promesas hechas al hombre, pero el festejo en muchos sitios y momentos cayó en una ridícula farsa, en un conjunto de movimientos mecánicos en donde lo que importa no es lo festejado sino la pompa y el rito con el cual se conmemora lo festejado, tan es así que el día de ayer no nos acordamos de agradecer al Dios del cielo la promesa que es el nacimiento festejado, aún cuando bien pudimos estar presentes en los ritos llevados a cabo. Esto bien se pudo deber a distintos distractores, o a que somos por distraídos solemos acudir al banquete de los santos sin prestar atención a lo que ahí ocurre. Eso es lo de menos cuando ya no se cree en promesas porque ya no se cree en que la palabra tenga valor alguno, en especial cuando de la palabra de Dios se trata.

Ayer que fue navidad muchos de nosotros fuimos ciegos y sordos, no vimos la luz de esperanza que traía consigo la promesa de salvación que se cumplía y menos aun oímos la promesa de cambio que traía consigo la voz del Salvador. Promesa, no de que cambiara el mundo sino, de que cambiáramos nosotros y comenzáramos a ser buenos. Ayer fuimos ciegos y sordos porque somos incrédulos, y ya no por elección si es que tal cosa es posible, sino porque parece no quedarnos de otra una vez que ya no somos capaces de dar posada al que espera recibirla.

Maigo.

«¡Feliz y dades!»

Para A., alias “Pancracio”.

Cantan “Las Mañanitas” que el día en que nacimos cada uno, nacieron todas las flores. Pero en tu día, lo que en verdad nacieron, fueron las perversiones. Por eso, con maña esperas que vengan todos con gusto y placer a felicitarte…

Hiro postal