“Sometimes love does not have the most honorable beginnings,
and the endings, the endings will break you in half.
It´s everything in between we live for.”
A. P.
Despedidas hay de todo tipo. La despedida de una madre a su hijo el primer día de clases. La despedida de los amigos de antaño cuando es tiempo de ser grandes y crecer. La típica y tal vez más sonada despedida; la de los enamorados con un amor esfumado. Éstas, como muchas, son despedidas feas, pero son de un gris raro y no sé si tan definitivas. La madre, aquél primer día de clases, regresará por su niño a las dos de la tarde. Esos amigos de antaño tal vez volverán a verse cada año, o diez años después por una organizada reunión o quizá en un avión. Aquellos enamorados puede que no vuelvan a amarse, aunque bien puede ser que el destino los haga encontrarse. La verdad –no es ningún secreto- a mí me cae muy mal el “adiós”, por eso mejor ni “hola” digo. Pero ésta es una despedida definitiva. Esta despedida no es amiga del destino. Ahora, al menos en este mundo, ya no nos volveremos a ver. Enojo, rabia, ganas de hacerlo todo y luego de no hacer nada, nostalgia, melancolía; todas formas elaboradas, elegantes y desordenadas de algo mucho más profundo y simple. Todas formas desesperadas de la purísima y humana tristeza. Las lágrimas, ésas mal educadas que nunca encuentro cuando las espera la gente, ahora corren por todos lados y, como si no hubiera crisis de agua, parece que no se acaban. En un inicio me enojé contigo. Pensé que era mejor no haberte conocido. No sentir nada para no temer, extrañar ni tampoco odiarme por olvidar nada. Pero ¿de qué se llenaría entonces mi memoria?, ¿de qué colores podrían ser los recuerdos vacíos? ¿Con qué llenaría mis noches de insomnio? No. Qué horror serían las noches vacías. Al infinito vacío siempre le he tenido un miedo feroz. Prefiero siempre el recuerdo, la tristeza y hasta la despedida. Ya bien sabíamos ambas que pronto se acaba la vida. Pero cómo duele cuando velas tan grandes se apagan. No volveremos a vernos. Sólo en la memoria, sólo en el recuerdo. Y tal vez, sólo tal vez, una buena noche en un sueño. Queda sólo tomar todo el valor y tantito aire para poder decirte adiós.
PARA APUNTARLE BIEN: Lo siguiente es un fragmento del Ocaso de la tristeza de Elizondo (Gracias otra vez, N. H., por presentármelo):
“Las situaciones que nos pone la vida moderna, especialmente la actividad incesante que genera y su altísima velocidad, dificultan cada vez más la percepción o la experiencia de este sentimiento que tuvo una vida fugaz (hablando en términos de literatura) en la conciencia o en la atención de los hombres. Cada día los tristes se vuelven más raros y si acertamos a encontraron con uno su condición de triste se nos mostrará como resultado de la multitud de constricciones que por todas partes amenazan su tristeza, y más que un triste veremos a un raro. Pero si la tristeza ha perdido el dominio de la literatura no así el del alma humana. Lo que pasa es que ya no hay tiempo ni fijeza de la atención para percibir esa modulación tan tenue del tono anímico cuando pasa de do mayor a re menor…Sólo la tristeza es incurable; pasa, pero llevándose consigo el secreto de su causa y el recuerdo de su efecto, sin dejar huella alguna de cuándo volverá. No atiende a su presencia ninguna circunstancia orgánica o exterior y la tristeza puede darse en cualquier sistema nervioso, en cualquier tubo digestivo y en cualquier día del año. Aunque no es impeditoria del trabajo cotidiano si es que éste existe, prefiere la cercanía de los ociosos y de los solitarios. La tristeza demasiado sociable o demasiado pública produce una impresión de impudicia y su manifestación, si no es a través de formas muy refinadas, denota un carácter afeminado en los hombres, frígido en las mujeres y vulgar y lastimoso en los artistas.”
MISERERES: Hugo Chávez volvió a ganar. El supuesto perdedor, Henrique Capriles, reconoce su derrota: “Calma, cordura, paciencia. Hoy fue una jornada histórica, grandiosa. Un pueblo que habló. Sabemos lo que pasó y debemos esperar” –dijo. Acá muchos podríamos aprender de él. Especialistas dicen que es sorprendente que algunos mexicanos se asombren más por un Chávez ganador que por el PRI que ya volvió (pienso igual).