¿Navi…dad?

Pensar en la cena, en el vino y los invitados, y especialmente en los invitados, también puede ser ocasión para renovar los rencores que se decían olvidados.

La cena se especia con las desconfiadas miradas, el vino se marida con amargas añoranzas y se bebe y avinagra mientras se habla de ánimos renovados, y de paz y amor, siempre que se deje a los otros olvidados.

Las reuniones navideñas, que hoy en día se celebran, forman comunidades, unen a los comunes y excluyen a los dispares, no difieren mucho de las redes sociales, donde se despotrica y maldice, pero sólo entre los iguales.

Cuando el centro de la cena era un pedacito de pan y no todo el fausto de hoy día el alma se nutría y lo que se formaba no era una comuna, era una hermandad. Pero el pan no llena a los estómagos siempre hambrientos, y menos a los tiranos que para los primeros trabajan atentos.

Añoro el pedacito de pan, tranformado en Cristo, porque eso de los rencores y los sinsabores de vivir en comunidad quedaba de lado, especialmente al ver en el otro al hermano y no sólo a un miembro de una sociedad.

Maigo.

La Resaca Electoral

Ésta es nuestra semana de descanso. La publicidad política se detiene (supuestamente) y las campañas se terminan justo antes de la elección con la pretendida confianza de que en esos días purificaremos nuestras miradas y podremos elegir los votos con perspectiva. Sin embargo, el plan es tan ingenuo como esperar que después de un concierto de rock escuchemos con atención el silencio, en vez de la odiosa y constante campanita. El asedio implacable de los medios nos ha mareado suficiente como para estarnos contoneando no una semana, sino varios meses cuando menos. De todas maneras, es importante tratar de asirse de algo y hacer base en la tierra. El diálogo sobre nuestras posibilidades pronto será inconsecuente y la magia de la demagogia se pondrá a prueba en la verdadera política, la de las acciones públicas y no la de los desfiles partidistas.

Estos días serán nuestro profundo respiro antes de la zambullida, nuestra densa obscuridad antes del alba. Ojalá que nos sirvan para apreciar su recuerdo cuando el ruido vuelva a treparse a decibeles insoportables. Ojalá que no sea tan poco tiempo que ni cuenta nos demos de qué tan alterados estábamos cuando votamos.

Perdón, tengo insomnio

Uno intenta escribir algo. Algo que valga la pena pero lo único que puedo hacer es balbucear palabras que se aglomeran mientras los sedantes causan efecto. Mi problema es el insomnio. Y las palabras se van perdiendo mientras el cerebro se relaja y se distiende. Todo se vuelve nebuloso.

Mi problema es el insomnio, ¿ya lo dije? Pero mi verdadero problema es otro. Siempre creemos que estamos haciendo algo cuando en realidad estamos haciendo otra cosa. Yo creía que estaba intentando dormir cuando en realidad lo que intento es perdonar. Perdonar a alguien… perdonarme a mí mismo.

Mas, ¿cómo lograr eso que se llama perdón? ¿Es posible? ¿En verdad es posible quitarse el sentimiento de haber sido traicionado, humillado por la única persona de la que uno jamás se esperaría la traición? Uno perdona, ¿y luego? ¿Las cosas vuelven a ser iguales? A veces creo que la única posibilidad de superar una traición es a través de la venganza. Una vez vengado el asunto, éste queda saldado.

Sin embargo se oye hablar del perdón aquí y allá. El perdón es bueno, purifica. Perdonar y no guardar rencor, ¿cómo hacerlo? ¿Es acaso como borrar unas palabras mal escritas, o extirparse uno mismo un tumor que se extiende y se pudre cada vez más con el paso del tiempo? Pero un tumor se ve, se palpa, se localiza y se remueve. Y qué hacer con la sed de venganza, rencor y odio que quedan, que se empozan en el alma, ¿se extirpan también?

Uno intenta perdonar como intenta dormir, pero por lo menos para esto último hay calmantes. ¿Sabe alguien qué es lo que hay para el perdón?

Gazmogno