Pausa

“We will bend down and loosen our hair over you,
That it may drop faint perfume, and be heavy with dew,
Lilies of death-pale hope, roses of passionate dream

W. B. Y.

 Todo era blanco y negro. Caminó. Cruzó la calle. Le pidió que volviera. Ella le dijo que no. Y partió. Pausa. “No es un final feliz, pero esa –dijo– es la mejor toma  y escena de todas. Es la mejor película. Lo es porque tiene la mejor historia. Y sin historia, aun con la mejor fotografía, una película no es nada. Eso es lo que yo quiero; escribir grandes historias. Por eso escribo diario, mucho o no. Siempre algo, aunque esté cansado o poco animado. Y no pienso detenerme hasta lograr lo que he soñado”. Pausa de nuevo. Pero ahora a la conversación que nunca continuaría.  Sus ojos brillaban, ardían. Esas palabras quemaban. Entraron adentro bien adentro. Y se quedaron. Él sabía, más o menos, su lugar, lo que amaba y a dónde iba. Él soñaba como tenía mucho nadie me platicaba. Escribía con esa pasión para la que estos días apresurados ya no tienen cabida. ¿Qué era lo que soñaba yo? Quizá también en mi vida, aunque agitada como todos estos días, estaba apretado el botón de la pausa.  Como la de ese hombre cuya vida fue como su muerte: invisible. Invisible no sólo para nosotros, sino para mí misma.  Aunque no es cosa sólo mía. Estos días es mucho el ruido y la monotonía. Estos días corren tan rápido que así como vienen se van. Despertamos, comemos, estudiamos, trabajamos, todo a las carreras, todo apresurado. Vamos de aquí para allá y son tantos los haceres y quehaceres que no hay tiempo de apasionarte por nada, de preguntarte quién eres. No hay tiempo de que la vida verdadera empiece.

PARA APUNTARLE BIEN: “Even before his death he had been absent, and long ago the people closest to him had learned to accept this absence, to treat it as the fundamental quality of his being. Now that he was gone, it would not be difficult for the world to absorb the fact that he was gone forever. The nature of his life had prepared the world for his death –had been a kind of death by anticipation-and if and when he was remembered, it would be dimly, no more than dimly. Devoid of passion, either for a thing, a person, or an idea, incapable or unwilling to reveal himself under any circumstances, he had managed to keep himself at a distance from life, to avoid immersion in the quick of things. He ate, he went to work, he had friends, he played tennis, and yet for all that he was not there. In the deepest, most unalterable sense, he was an invisible man. Invisible to others, and most likely invisible to himself as well.” Paul Auster (en The Invention of Solitude)


MISERERES: Ayer se presentó la iniciativa de reforma en Telecomunicaciones en la Cámara de Diputados. Se busca la apertura en los servicios, mayor cobertura, calidad y, lo más anhelado, la competencia. A ver. También ayer se reabrió, luego de paros, conflictos y negociaciones, la UACM. La Rectoría interina corre ahora cargo de Enrique Dussel.  Y sobre los muchos y recientes ataques a periodistas, Sergio Aguayo volvió a escribir: http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/Salivayfuego_060313.html

Sobre la luz milagrosa

No sólo el río, tiempo incontenible,

sino la carne es un hermoso dios desnudo,

un puente edificado entre el allá y el acá.

En alguna parte de su imponente Moré nebujim, Maimónides afirma que la razón no puede negar el milagro; el escepticismo contemporáneo niega racionalmente todo milagro ―contradictorio para la razón matematizante― y se desboca en una superstición fanática por lo irracional ―inevitable para la razón romántica―. La diferencia entre ambas concepciones del milagro puede notarse a partir del modo en que intentamos explicar el arrepentimiento. En una ética formal y racionalizante, el arrepentimiento debe ser resultado de una deducción racional, y por tanto ha de estar contenido en las premisas que posibilitan la acción: sólo se ha de arrepentir quien ya tiene idea del arrepentimiento, quien nunca ha negado la fe. En cuanto tal, un arrepentimiento racional es equivalente a la rectificación de un postulado, a la reformulación de una hipótesis, y por tanto viene a ser una afirmación del sujeto que se autodetermina en el ejercicio de su libertad. Arrepentimiento racional que lo mismo es hacerse dios a uno mismo, que perpetrar su cruel asesinato. No muy lejos va el arrepentimiento en una ética pesimista e irracional, pues sólo es medida extrema, salto al vacío, último recurso del ego. El arrepentimiento pesimista es ―¿para qué (para quién) decirlo?― una apuesta más, igual de riesgosa y sinsentido que las otras, como vender las acciones en la Bolsa, actuar cual ser resuelto o dejarse llevar por la marea. A mi juicio, sólo si el arrepentimiento es milagroso, el arrepentimiento es real. Lo dice mejor David, príncipe de los cantores tristes, en un par de versos: “Vuélvete, Señor, restablece mi alma, ponme a salvo por tu misericordia”. Pues el arrepentimiento milagroso es un ejercicio pleno de la fe que se desboca en la esperanza, que se afinca en el amor a Dios del creyente y se consigue por el amor de Dios del converso. De otro modo, arrepentirse no nos llevaría más allá de aquello que el bufón llamó el gran teatro del mundo, donde un día a uno le toca llamar embustero al otro y al siguiente ser descubierto como mal actor en el proscenio de la vida. La razón ha de iluminar el milagro o, negándolo, nos ha de obscurecer día con día.

Námaste Heptákis

Ejecutómetro 2011. 10730 ejecutados al 28 de octubre.

Ideas en vuelo. “No se puede llevar la responsabilidad moral [de una muerte] sin un sufrimiento atroz”. Javier Sicilia

Coletilla. Es una pena la muerte de Carlos Sinuhé Cuevas Mejía, “en el ardiente atardecer del mundo”, pero no es una implicación necesaria que la muerte de un activista político sea una muerte política; por ello es urgente el esclarecimiento del caso.

Pausa y arrepentimiento.

El arrepentimiento llega cuando se busca alguna redención, es decir, cuando se pretende cambiar el modo de vida hasta entonces llevado. Casi siempre lo que da sentido al arrepentimiento es la creencia en la posibilidad de cambiar de vida, lo que implica un cambio en el modo de ser. Si vemos a un ser que arrepentido renuncia a lo que había venido haciendo, y que argumenta que esa renuncia es efecto de la necesidad de una pausa en el modo de vivir, casi siempre lo que tenemos enfrente es a un ser que no cambiará su modo de vida en sentido alguno, lo que demuestra que dicha pausa no es efecto de arrepentimiento alguno o de la difícil tarea de haberse educado como para cambiar lo suficiente el modo de vida que se había estado llevando hasta entonces.

Así pues, para poder creer en la veracidad de los arrepentimientos, es necesario tener mucha fe, ya sea en una divinidad que sustente el cambio de vida, o en una razón capaz de modificar lo suficiente al hombre como para que éste deje realmente de ser lo que ha venido siendo a lo largo de los sucesos que conforman su vida, pero si el que se arrepiente es un hombre que siempre ha negado fe alguna, entonces es claro que lo que tenemos enfrente es un buen actor o un embustero.

 

Maigo.