Absolución

Sólo la pena de la penitencia libera al alma del peso de la culpa y del pecado. Ni el descaro del que se presume malvado, ni el olvido sobre aquellos a quienes se ha ofendido, lavan las manchas que nuestra maldad va dejando.

Es necesario saberse culpable, y también lo es saberse perdonado para cambiar de vía, para que la alegría se imprima en el rostro antes altanero, lloroso o enojado y para que el alma vea el peso enorme del que se ha librado. La tristeza no libera, por eso no basta con saberse malo, no es suficiente con enlutarse y dejar de hacer lo que hacen los malvados, porque la culpa no contiene la alegría de saberse salvo, ni contiene la esperanza de llegar a serlo un día. Cierto es que abre la puerta para verse rescatado, pero nos deja en el umbral de la alegría.

Sólo la absolución que recibe el alma conversa, es decir, la que se aleja de justificaciones en el presente, el futuro o el pasado contiene la alegría que da la fe, la esperanza de ser salvado y la caridad para perdonar y ser perdonado.

Maigo

Reencuentro

Bajo las pesadas lozas, del rincón más oculto de una antigua celda, encontré, escrita, en un raído y destrozado papel, una carta, la cual estaba mojada por las lágrimas y manchada por los dedos de quien pareciera un asiduo lector.

En el papel se aprecia el constante y cada vez más débil rose de la piel de quien la guardara celosamente, y la tinta corrida muestra el paso veloz de los años y de los dolores de quien la leyera hasta el cansancio… Sobre el lector anterior sólo sé que murió pagando con su vida una condena injusta, y sobre el escritor no alcanzo a vislumbrar si es el mismo que preso se encontraba, o más bien se trata de algún otro que pretendiera mostrarle algo importante.

Por desgracia, muchas líneas se perdieron, unas escaparon montadas en las lágrimas del reo, otras se fueron cavando profundamente, y de seguro ya quedaron bajo tierra. Las restantes aún buscan su camino, y pretenden encontrarlo clavándose en mi cabeza, tan fijas han quedado ahí, que ya ni siquiera se encuentran sobre el papel.

Se esfumaron, y junto con ellas se fue mi tranquilidad, si es que alguna vez la tuve.

Entre más las recuerdo más me pierdo, o mejor dicho me doy cuenta de lo perdida que me encuentro.

Busco y no veo a quien pueda salir a encontrarme, y entre menos veo más me desespero. Busco y no encuentro, y al buscar espero ser encontrada. Hallada como aquel hombre que sentado bajo una higuera copiosamente lloraba.

Maigo.