La colmena

En tiempos electorales, Gabriel Zaid escribió AMLO poetaEn él nombraba al presidente electo como un beneficiado de las musas. La campaña y sus previas apariciones públicas lo testimonian. Zaid destacaba su riqueza léxica para insultar y el carisma que despedía al hablar. Así fue que lo nombró poeta del insulto. AMLO es un imán para una gran cantidad de hombres (interesados o no en la política). Sus conferencias madrugadoras, los encabezados periodísticos, las ventas de revistas, los mitines atestados, las redes sociales vigilantes, los intelectuales en vilo; todos están pendientes de lo que diga el dedito.  Júpiter Tronante declara y el trueno antecede un relámpago.

Destacar su dote poético no sólo subraya la centralidad del presidente electo, sino también su destreza retórica. Un aspecto interesante de ella es la ambigüedad. En campaña, al ser preguntado por asuntos peliagudos, fácilmente los evadía. Su asociación con el PES le valió cuestionamientos sobre el aborto o el matrimonio homosexual, así como la repercusión de su triunfo en el Estado laico. Ante micrófonos, decía que respetaba todos los puntos de vista. Recurría a la consulta y participación ciudadana para no responder. Públicamente mostraba que no tenía la arrogancia que tantos analistas e intelectuales le endosaban. La tolerancia como virtud axial cancela cualquier otra distinción delineada por la virtud. Además del esquivo, abre un espacio tan amplio para cualquier maniobra. Se tira tanto de la frase juarista para que el halo liberal ilumine todo el terreno político. Públicamente sortea la pregunta incómoda, en campaña hace no quedar mal con los aliados, con los fieles no se pone en riesgo de desprestigio y políticamente deja vivo un gran margen de acción. La apertura del líder es aspiración del partido mismo; la presidente, delante de exageraciones y desaciertos de morenistas, siempre responde lo mismo: el partido es tan rico de expresiones que cualquier punto de vista cabe. Por muy deleznable que parezca, el militante es operador político.

Otra muestra de su ambigüedad a favor ha sido el estira y afloje del nuevo aeropuerto. Camino a la Silla, fue bastante útil declarar enardecidamente que no iría. En un sexenio  con obras sobregiradas en costos y mansiones onerosas, denunciar el nuevo proyecto y, antes de siquiera revisarlos, adjudicar sospechas de irregularidades en los contratos, resultó efectivo. Los hastiados de corrupción, que son casi todos los mexicanos, escucharon entusiasmados las promesas. Anunciar que será derrocado el proyecto faraónico sirve en un mitín de gritos y fiesta, y más si el presidente actual tiene uno de los niveles más bajos de popularidad. Su proselitismo ardiente se tradujo en una plétora de votos. Al presentarse con la cúpula inversionista, su denuncia perdió intensidad. Declarar la oportunidad de ser concesionado hizo que hubiera un alivio entre quienes opinaban a favor del nuevo aeropuerto y ¿por qué no? Un guiño a un aliado antiguo. El tema le sirvió para enardecer, exigir, fintar, provocar, torear, negociar, desplegar su poder. Tantas acciones posibles en un margen tan amplio. Tantas acciones posibles que moldearon aquellos días.

El habrá que ver o habrá que analizar no aumentan los tiempos de reflexión. No buscan fomentar la discusión o las investigaciones sustentadas. Son evasivas en lo que la marea sube o baja, según convenga.  Es aguardar a la ocasión propicia para lo que se tenía en mente desde un principio. Y si no hay ocasión completamente favorable, por lo menos esperar una donde se pueda establecer lo más posible de la decisión inicial. Que las musas auxilien a gobernar. La retórica es aliada de su pragmatismo. Todo cabe en una colmena sabiéndolo ajustar. Acostumbrados a payasos de redes sociales, políticos muy ingenuos y gobernadores deshonestos, nos hallamos vulnerables a esta manera de ser político. La sabiduría tropical toma en asalto a la tecnocracia y liberalismo.

 

La impráctica incomodidad

La impráctica incomodidad

 

Supongo que algún pragmático, intentando evitar la decisión sobre subordinar la amistad a la política o la política a la amistad, podría pensar que lo sensato es diferenciar a la política de la amistad y mantenerlas tan claramente definidas que, si bien ambas se ordenan a la felicidad humana, pueda identificar ámbitos de realización distintos para cada una. Quizá dicho pragmático suponga que la realización de la amistad es menos pública que la política; o que la realización de la política se circunscribe en menor medida a lo personal. Probablemente un pragmático así considere que la justa proporción entre la amistad y la política facilite la felicidad.

Sin embargo, ni la felicidad es un producto ni la amistad o la política son tan claramente distinguibles. Distinguir amistad y política a partir de la disposición grupal de ambas es una distinción superficial e insuficiente. Superficial, porque simplifica las realizaciones posibles de la amistad. Insuficiente, porque cancela la posibilidad de pensar al bien común como finalidad. Si el bien común depende de nuestra disposición a él, ni es bien, ni es común. Si el bien común no es anterior a nuestra disposición, ni es posible la política, ni es deseable la amistad. Si el bien común no se funda en la comunidad natural, ni es posible la amistad, ni es deseable la política. Y sólo podremos comprender la comunidad del bien común cuando contestemos a la pregunta “¿qué es lo político?”.

Sin contestar a la pregunta, y suponiendo todavía que la política y la amistad son claramente distinguibles, es posible señalar una consecuencia más de la posición pragmática: ni la amistad ni la política tienen una consecuencia moral. Con mayor asiduidad sospechamos de la amoralidad política, incluso cuando hacemos de la indignación una “causa” política (y sólo es hasta Hobbes cuando “causa” comenzó a usarse en ese sentido para explicar la política [cfr. Voegelin, La nueva ciencia de la política, capítulo 4]); no así extendemos la sospecha sobre la amistad (excepción hecha del adolescente que “necesita justificar” sus amistades). Suponiendo la amoralidad política, la justicia se limitaría a la legalidad y la legalidad al cumplimiento de disposiciones: la tecnocracia. Suponiendo la amoralidad amistosa, la justicia se limitaría a la fidelidad y la fidelidad a la complicidad; y todos saben que se puede ser tan cómplice en lo malo como en lo bueno, aunque en lo malo la complicidad siempre sea más complicada. La amoralidad de la amistad y la política nos deja sin razones para la política y la amistad.

La amoralidad, empero, no es lo peor de la disposición pragmática, sino lo más presentable. Lo impresentable de la disposición pragmática es el embuste necesario en que se convierte cualquier realización de la política o de la amistad. Careciendo de razones para la política, nada impide el advenimiento de la tiranía: tiranía de la fuerza, tiranía de la pasión o tiranía del miedo… tiranía del poder, al fin. Careciendo de razones para la amistad, nada impide la voluntaria ceguera. Sin razones para la política es imposible reconocer a la tiranía. Sin razones para la amistad es imposible reconocerse. Perdiendo la amistad nos perdemos. Y la amistad es imposible si fracasa la política. ¿Ya se entiende por qué algo nos está incomodando? El visitante toca a la puerta…

 

Námaste Heptákis

 

Para no olvidar. 1. Hoy se cumplen cuatro meses de la desaparición de Claudia Ivonne Vera García, activista del colectivo «¿Y quién habla por mí?», desaparecida por policías estatales en Veracruz. No hay información nueva sobre su caso. 2. El próximo martes se cumplen 22 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Las reuniones de los padres de los desaparecidos y los funcionarios federales han continuado, aunque no se ha llegado a ningún acuerdo nuevo.

Escenas del terruño. 1. Luis González de Alba reflexiona, en dos partes, sobre el fracaso de la izquierda setentera en la política mexicana. 2. El semanario Eje Central dio a conocer la existencia de una organización civil que tiene a la oficina de comunicación de Enrique Peña Nieto como centro de operación y a la opacidad como origen de sus recursos. 3. En las últimas dos semanas cinco familias completas han sido ejecutadas en el país; en el mismo lapso se ha registrado un incremento en el número de menores de edad ejecutados en nuestro país. En nuestra guerra civil se está derramando más sangre joven. 4. Bajo la premisa de que el Estado Islámico es consecuencia del capitalismo, comunistas españoles combaten del lado kurdo; interesante reportaje de Vice News.

Coletilla. Si lo publicado el lunes por Roberto Zamarripa en Reforma es cierto, los hechos violentos de Nochixtlán, Oaxaca, el 19 de junio son consecuencia de la incompetencia del «servicio de inteligencia» federal. Zamarripa informó que el supuesto operativo para desalojar un retén, en realidad fue un rescate de rehenes: ocho policías federales y una agente de inteligencia (una espía) del Cisen. Haciéndose pasar por la novia de uno de los policías retenidos, la espía fue liberada; pero sus superiores (el servicio de inteligencia federal) no se enteraron de la liberación y entraron armados a Nochixtlán para ejecutar el rescate. Horas más tarde, los funcionarios federales mintieron declarando que el operativo fue un desalojo y que los agentes no iban armados. Ya corrigieron su declaración en torno a las armas. ¿Escucharemos la declaración que reconozca un operativo fallido del servicio de inteligencia?