Lluvia de primavera

Entre rostros de miedo y caras cínicas cayeron las primeras lluvias, las lluvias de primavera, esas que primero son algo tímidas, esas que en poco tiempo caen con fuerza y mojan todo.

Esta primavera fue diferente a las demás ya que entre las gotas cayentes se vieron algunos rostros visiblemente preocupados, pues querían entender lo que entre las finas líneas de agua se dibujaba, aunque el dibujo no se esclarecía, algo mostraba de sí.

Otros rostros, también bajo las lluvias, pertenecieron a hombres ocupados en granjearse los sonidos de los aplausos, pues la lluvia suena como manos golpeándose, y algunos estultos suelen aplaudir a los aventureros que construyen castillos de azúcar en la calle durante las lluviosas tardes de primavera.

Las primeras lluvias de primavera, con el polen en el aire y la presencia de otras cosas, mojan los rostros de hombres preocupados por entender y de aquellos que suelen ocuparse por atraer el aplauso estulto con dulces boberías, a todos por igual, aunque no todos las reciban con la misma disposición de ánimo

Las primeras lluvias de primavera mojan rostros y ropajes de reyes y mendigos, de  príncipes y campesinos y de hombres preocupados o cínicos. Lo bello de estas lluvias es que a todos mojan por igual, a unos molestan más que a otros, pero nunca dejan de anunciar la vida que llega junto con la primavera, quien en silencio y sin fiestas ha llegado, y que muy pocos ven como tal porque se preocupan o disfrutan con el hecho de estar mojados.

Maigo

Liberación

Si algo nos muestran los lirios del campo y las aves del cielo, es que el mañana se preocupa por sí mismo, y que el hombre egoísta sólo en sí mismo piensa y por el mañana vive preocupado.

La cadena del mañana es muy larga, porque quita el sueño y alimenta al hambre: doblega a la cerviz y dirige la mirada hacia la tierra haciendo que nos olvidemos de las maravillas que hay en el cielo.

Recordar que hay cielo, es recordar que somos libres, que tenemos libre albedrío y que no por trabajar para conseguir el pan de cada día debemos preocuparnos por acumular más pan, pues el pan guardado  mañana estará duro o ya no servirá de nada.

Para recordarnos que hay un cielo vino el salvador y elevo nuestras miradas, primero en la cruz y luego hasta perderse entre las nubes una vez que ya había roto las cadenas del mañana.

Maigo.

La buena literatura

La buena literatura

La literatura ha sido pensada, en nuestros tiempos, como uno de los modos que tiene el hombre para expresarse. Sin embargo, dejar el lienzo en blanco, dejar a la literatura con una finalidad así de grade, sin una finalidad más concreta, es arrojarnos al infinito sin tener certeza de lo que hacemos, así como de para qué lo hacemos. La literatura pasa a ser un asunto opcional, un dato más que se puede contar, pero que al final no importa, cualquiera puede hacerlo. La genialidad de los grandes pensadores, de los escritores, se reduce a que encontraron el tiempo necesario para poder decir algo. Asunto que en verdad nos asombra a nosotros, los hombres del estrés y de la vida fugaz, solitaria, muda.

La literatura, pues, no puede ser un aterrador infinito al que entramos sin esperanza de salir, sino ¿para qué conservar libros?, ¿sólo para tener más salidas de la vida? Nuestra genialidad de anticuarios se reduce a la cobarde comodidad de no querer vivir. La literatura, si bien es la expresión escrita en verso o prosa de un hombre, no es la irresponsable suplica por ser escuchado, ni una falsa salida, es la invitación cordial, a veces brusca, para comenzar a explorar un asunto que debe ser pensado. Pensar, pues, es la actividad final de la literatura, mas no se piense en cualquier cosa, que las grandes obras literarias universales nos apuntan a repensar, o pensar por vez primera, el hacer, pensar, y sentir del hombre. ¿Por qué ahora se actúa así y antes de otro modo? ¿Qué sé de lo que pienso? ¿Cómo es posible que yo sienta empatía por éste que ni soy yo, ni es cómo yo, ni vive en mi espacio tiempo? ¿Qué me dice eso de mí? ¿Qué perdí, qué cambié, qué gané como hombre? ¿Por qué este personaje es el principal? ¿Qué de bueno o malo tiene? Y muchas más preguntas que debemos intentar resolver, sino sólo acumulamos vacíos.

La literatura puede ser la expresión de un hombre preocupado por el hombre, o de uno que sólo quiere preocupar al hombre para perderlo. Por eso hay que poner atención a la filantrópica preocupación, ya que puede ser fingida. Puede que fingiendo nos haga pensar algunas situaciones de la vida. Puede que pueda movernos guasonamente el alma. Puede que este hombre lo que quiera es admiración, poder. La escritura seguiría siendo la expresión, pero la expresión del poder banal, o del mal intencionado. Hay que tener cuidado, pues al entregarnos así nos olvidamos de que nosotros podemos vivir. No es entregar la vida y que otro nos la solucione, es ayudar a ayudarnos con la ayuda de otro, es acompañarnos. Un hombre que se preocupa por otro hombre casi siempre puede ayudarlo. La literatura nos puede ayudar a pensarnos, a sentirnos, a intentar ser buenos hombres, a ayudarnos.

Es por esto último que guardamos las palabras, los buenos libros, porque nos sabemos necesitados de ayuda para ser buenos hombres. Pero notemos dos cosas: la primera es que sólo nos vemos necesitados de ayuda cuando no nos sentimos omnipotentes, es decir, cuando no ocupamos el lugar de Dios; y lo segundo, que la ayuda no viene de la pasiva colección de palabras, sino de la actividad de leer con una actitud similar al que lo escribió, es decir, como ayudantes, así la relación entre los hombres se hace necesaria, pues no somos dioses solitarios, sino hombres que pueden ayudarse. La buena literatura es la expresión, en verso o prosa, de la ayuda entre los hombres.

Javel