Luna

Sin saberlo

la luna se reflejaba

en la calma del mar.

Entre el mar y el desierto.

Anoche, bajo la pálida luz de una luna plateada, vi a un anciano que lloraba. En silencio sus ojos derramaban gotas de agua salada como la del mar. Pero la carencia de sonido hacía que la distancia entre lo que salía de sus ojos y el anchuroso ponto fuera mayor. El mar no llora -me dije al ver los ojos del anciano- aunque es salado, acuoso y llama la atención como las lágrimas que silentes mojan la mejilla arrugada que hoy concentra mi atención.

El hombre sostenía en sus brazos un chiquillo, que al igual que él, lloraba, pero su llanto era muy diferente, era sonoro y casi carente de lágrimas, sólo el dolor se reflejaba en sus ojos que nada sacaban al exterior. El llanto del niño era seco como seco es un desierto, pero era sumamente escandaloso y esto alejaba al llanto infantil de las calmas soledades del desierto.

Pero algo vi entre el desierto y el mar que acercaba, a estos gigantes, unía mediante un abrazo al niño y al anciano, que fundía al desierto con los mares y a la carencia de lágrimas con la copiosa presencia de las mismas. Miré más de cerca y noté que ese algo era el dolor, y cuando pude ver la desesperanza en los ojos que lloraban frente a los míos, por más que mi cabeza se hizo hacia atrás y se agitaba como el viento, no pude evitar que el llanto brotara, y que en él se reflejaran los llorosos ojos en los que me había visto.

Maigo.

Reflejo

Al principio pensé que huías de mí, pero luego comprendí que era el reflejo de tu imagen en mis ojos lo que te espantaba.

Gazmogno

Amanecer

Amanecí otra vez

entre tus brazos,

y desperté llorando

de alegría.

 

Por lo general vemos en el amanecer una promesa. Con la llegada de un nuevo día se nos hincha el corazón de esperanzas venturosas. A veces, vemos en ese día la posibilidad de mejorar nuestra vida, en otras ocasiones, en cambio, vemos que llegará de manera inminente una sentencia, consecuencia de nuestros actos. Pero el amanecer no sólo es eso, no sólo son esperanzas buenas o malas. Hay ocasiones en que un amanecer no promete nada, porque él mismo es el cumplimiento de una promesa, y como tal lo recibimos ya sea llorando por tristeza o bien por alegría. Cada amanecer es diferente, y cada vez que vemos uno nos sentimos distintos nosotros mismos, sin dejar de ser lo que somos, sin dejar de notar en qué hemos cambiado y en qué somos iguales, y esto ocurre gracias a la peculiaridad de la luz del amanecer, porque es justo con la luz del amanecer que podemos ver claramente el reflejo de lo que tenemos en el alma.

 

 

Maigo.

 

 

 

 

Reflejo

Mi mayor tormento, surgió de la imagen que me devolvió el espejo esa vez que lo reflejado en él fueron las inconstancias de mi alma.

 

Maigo.