Tiempo Récord

Comencemos una travesía que no terminará jamás. En primera instancia enumeremos todos los problemas humanos hasta que hilvanemos una cascada de lágrimas. En segunda, encapsulemos todas las esperanzas de tan frágil especie dentro de pastillas para no soñar, solo para ver que no nos alcanzará para rellenar el vacío que deja la muerte. En tercera y última, desgastemos a chorros las palabras, sirviéndolas en shots como si fuesen ardientes gotas de tequila, saboreemoslas, paladeemoslas, aspirémoslas y al final traguémoslas de un golpe sin hacer gestos, con la ingenua intención de embriagarnos con ellas para olvidar.

Comencemos esta travesía que no terminará jamás con los ojos tapados como caballos de carreras que solo conocen la meta y juguemos a matar el tiempo arrollándolo a toda velocidad, con suerte, alcancemos a darle a la muerte un balazo en la mera frente sin que pueda reaccionar, la tomaremos tranquila, descuidada, sabiéndose victoriosa o dando por hecho que tendrá un segundo más para desperdiciar; y si no, sigamos soñando con los ojos cerrados, que nuestro tiempo de perder está cada día más cerca.