José de la Colina, colorista

 

José de la Colina, colorista

 

Él ha dicho que la literatura es una libertad imaginaria, que su escritura es como la práctica del surf o que la actividad del escritor es un juego: ¡como si la creatividad del artesano de las palabras fuese plena!; pero él sabe que los juegos —establecidos, programados o espontáneos— tienen reglas, que el mar picado tumba al surfista o el apacible lo aburre, que al escribir la imaginación se piensa libre… sin que nadie sepa bien a bien qué sea eso de la libertad —que siempre es cosa de imaginaciones. La caracterización de la literatura como un acto recreativo, como la liberación imaginaria de quien decide jugar con las letras, es una presentación deliberada del anarquista José de la Colina para no ensuciar el panorama con molotovs, sino estallar la realidad con las metáforas; para huir de las ruindades de las ruinas hasta alcanzar lo risueño de las risas; para que la lectura sea el acto imaginario por el que hacemos frente al absurdo habitual de nuestros ensueños y obsesiones. Deliberadamente, insisto, el colorista José de la Colina resalta los matices más vivos de la experiencia para hacer de la huida del feísmo estético una libertad imaginaria, para propiciar la creatividad lectora. ¿O no es eso la experiencia: la vida de la lectura y la experiencia de leer?

         Ahora que José de la Colina cumple 85 años y en tiempos en que la obsesión historicista hace que todo sea memorable —falsamente memorable, pues cuando cada cosa tiene su tiempo de celebración, la celebración misma calla y se empequeñece; todo tendrá su tiempo de grandeza cuando sólo aspiremos a la altura mínima—, sin duda se presentará por todos lados el listado de sus olvidadas (perdón, pero es lo cierto; raro sería que en un ambiente como el nuestro tan cautivado por la catástrofe, emplazado por la tetratransformación histórica y extenuado al compromiso ideológico sea lo más común leer un cuento sin signos de puntuación —no porque así se le lea al mood cente, sino porque deliberadamente así fue compuesto—, barajar las versiones —contadas y recontadas; Sherezada que hace de Penélope— de un cuento juguetón o divertirse con las nasalidades de un sonetillo agripado y agripino —¿en qué país estamos, Agripina?—: no señor, estos tiempos no hacen que lo más común sea el juego) obras, no faltará quien desde Wikipedia cifre su labor editorial o quien le dé valía por su “contribución” a la historia del cine —¿no sonaría muy de él aquello de “Quiero portarme bien, pero no sé cómo”?—. Pocos serán los que —y en una genuina y divagadora (porque claro que don José es un divagador, quizás un muy preciso divagador más que un divagador preciso; la diferencia, dicho sea de paso, es muy importante y no sólo un juego de palabras [¿acaso de la Colina compartirá el podio de los palabreros juguetones mexicanos con Ulalume y Deniz?], pues divagar con precisión es como la elegancia de la plática, la gracia en la conversación, la danza en torno a una taza de café, mientras que ser un divagador preciso es como la técnica del reportero, el arte del espía o la habilidad del psicoanalista [¿será entonces el reportero un psicoanalista de la sociedad?, ¿o acaso el terapeuta reportea la intimidad?, ¿o serán los traumas la nota roja del alma? ¡Alto, que así descubriremos a ciertos profesionales como la prensa rosa de nuestra personalidad! Y yo respeto a todos los progresistas], y de la Colina escribe más bien como alambicado, ingenioso y divagante conversador, que como un puntilloso, taxidermístico y bistúrico predicador) experiencia de lectura— escriban de su encuentro literario con el escritor, es decir pocos serán los que entiendan con la precisión imprecisa de su estilo o la exagerada sencillez de sus letras, la poderosa e imponente rapidez estupefacta de ciertas certeras líneas del autor, o la jubilosa y juguetona jiribilla que es jolgorio en don José, o que al menos retoce disfrutando el ruido rubicundo de su risa. ¿Quién nos explicará su afición al ramonismo y su adhesión a las oraciones largas? ¿Quién hará notar que la admiración que se extiende por el cuento de hasta mil noches produce cuentos mínimos de hasta una línea? Quizás entre tantas celebraciones, historias, recuentos, valoraciones, desplegados, denuncias, alusiones, deslindes, afinidades, declaraciones, críticas, réplicas, complotes, conferencias, estudios, investigaciones, protocolos, consultas, aclaraciones, repeticiones, mañaneras, balbuceos y tetratransformaciones históricas no haya tiempo de jugar con la literatura. ¡Quién celebrará a de la Colina jugando!

         Yo, y tú lo sabes, lector, no puedo señalar a nadie responsabilidades. Pero también sabes, lector (y no creas, en absoluto —¿notado has el uso enantiosémico de la expresión “en absoluto”? Etimológicamente nombra una libertad plena, la plena libertad de lo no abarcable; como Dios en la teología escolástica [¿la teología escolástica en un ensayo {¿o será una divagación?} sobre José de la Colina?]. Mientras que en su uso actual casi refiere a una privación absoluta, casi como negación; como el absoluto indeterminado de Hegel [bueno, ya no te has de sorprender, lector. ¿En este ensayo {¿o será una divagación?} cabe cualquier cosa? Sépalo Hegel]—, que presumo saber suficiente de ti, sino que supongo que aquí nos reúne la lectura, ahí donde nos conocemos y desconocemos, somos y nos olvidamos, el lugar de la libertad imaginaria), que creo es nuestra responsabilidad celebrar los 85 años de José de la Colina platicando, leyendo y escribiendo con el gusto que su lectura nos produce. Como cuando uno mira un cuadro colorista, leer a José de la Colina debería permitirnos conversar tranquilamente con los tonos de la alegría que se ilustran con su pluma. Para afirmar que en la literatura todo es posible, la literatura debe ser plenamente posible y José de la Colina ha sido el surfista que colorea las posibilidades.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Importante observación de Ricardo Raphael: «Fifilandia está pagando por los pecados, las desigualdades y las equivocaciones del Mirreynato». 2. Interesante la anécdota que narra Martha Anaya: el comisionado para la paz en Chiapas palideció al recibir la noticia. Inmediatamente fue a reunirse con el obispo. Dialogaron solos. El ejército vigiló al comisionado. Todo eso aquel atardecer shakespereano del 23 de marzo de 1994. 3. Hablando de los intelectuales que se han unido al régimen para linchar a Enrique Krauze, el periodista Humberto Padgett atinó la descripción de la transformación de la intelectualidad, cuyos miembros pasaron «de furiosos opositores a recalcitrantes oficialistas».

Coletilla. Impresionante el trabajo de Ángel Gilberto Adame. El sustantivo con mayor número de apariciones en la obra de Octavio Paz es «tiempo», con 4350 apariciones. El segundo lugar lo tiene «poesía», con 4332 apariciones. El tercer lugar es para «mundo», con 4182 apariciones. Impresionante.

La risa del final

 

La risa del final

 

donde están los arrecifes de conchas blancas,

donde todas las frutas están maduras,

nos encontraremos los dos.

«Nunca es la inspiración la que empuja a nadie a contar una historia, sino, más bien, una combinación de rabia y claridad», dice la ensayista migrante. Ahora me rindo y eso es todo [Anagrama, 2018] es la clara y rabiosa rendición de Álvaro Enrigue [Guadalajara, 1969] a la novela. Si en Los niños perdidos [Sexto Piso, 2016] de Valeria Luiselli [Ciudad de México, 1983] preguntábamos azorados por la necesidad del fin de una historia; en la nueva novela de Enrigue encontramos todos los finales posibles, todas las respuestas imaginadas, y con ello el azoro de que al final eso es todo. El problema, claro, es reconocer lo que se acaba. El problema es aceptar con alegría que a veces parece que eso es todo.

         Ahora me rindo y eso es todo es la vida novelada —y perpendicular— de Gerónimo, el famoso jefe apache. El título de la novela reproduce la frase que el jefe apache enunció al entregarse a la milicia estadounidense. La expresión final eso es todo permea a lo largo de la novela, casi como en nuestra vida diaria solemos situarnos frente a los finales… con la única diferencia de que el novelista reconoce la oscuridad del final, lo ridículo de nuestras declaraciones del fin, la impostura necesaria de quien cree que ha visto a algo realmente terminar. Por ello, la novela tiene una forma tan caprichosa, tan inasible, tan complicada como la vida: eso es todo.

         En un sentido, la novela narra la formación de Gerónimo, lo mismo como chamán de guerra que como ser humano. Vemos a un joven Gerónimo preparándose para luchar, practicando el acecho, formando el carácter de quien puede ser terrible. Pero también vemos al joven Gerónimo abriéndose al mundo, como puente entre la Apachería, México y Estados Unidos; como inteligencia que permea entre el apache y el español; como estratega que aprende a ver a dos lados a la vez. La formación de Gerónimo es un tópico complicado para la novela: el lector acostumbrado a los finales sólo quiere ver al hombre pleno y ya formado; el lector psicologizante mira a la formación para comprender el carácter; el lector del drama humano quisiera mayor transparencia en los sentimientos, mayor claridad en los episodios que formaron al hombre terrible. Enrigue no satisface a esos lectores (por ello alguna crítica lo acusa, injustamente, de recrear al buen salvaje), al contrario, a través de la novela nos muestra las limitaciones de esos modos de lectura. Mirar en Gerónimo algo distinto a lo terrible e inexplicable, a lo incomprensible y patente, es reducir el misterio de Gerónimo. Precisamente, el hombre que aparece en esa línea argumental de la novela es el hombre misterioso que disfruta a plenitud el descubrimiento de la vida al mismo tiempo que padece con integridad la aspereza de la guerra; sólo así, sólo un hombre tan misterioso, puede afirmar sin ramplonería ahora me rindo y eso es todo.

         En otro sentido, la novela narra el final de la vida de Gerónimo, la aridez de la existencia del hombre derrotado, de quien ha aceptado la sumisión disfrazada de paz para al menos compartir lo que queda con los familiares. El final de la vida de Gerónimo es al mismo tiempo el final de la Apachería: destrucción de una nación, exterminio de una raza, declive de un hombre. Ahora me rindo para poder vivir el final. Eso es todo, aunque de nadie dependa que el final sea definitivo. “Hay apaches”, se dirá pensando en reservaciones y casinos. Eso es todo, nos contesta con sabiduría la novela. ¿Qué nación es posible como una reservación? ¿Qué familia sobrevive a la fascinación por la ganancia que hace girar la suerte en los casinos? Un viejo cansado y decadente, sí; un asesino despiadado, sí; un hombre de un mundo que no puede sobrevivir a nuestro mundo, sí; todo eso fue Gerónimo… y eso es todo. La segunda línea argumental de la novela nos reitera el misterio del hombre, la ridiculez del decreto de todo fin.

         En otra línea argumental, la novela presenta al narrador viajando a lo que fue la Apachería, acompañado de su esposa y sus hijos. Un padre que quisiera salvar a su familia ante la inclemencia del afán de ganancia de nuestro mundo. Por un lado, el narrador quisiera salvar la unidad de su matrimonio: él y ella coinciden en la comprensión del drama humano de la crisis migrante, ambos ven la destrucción de una nación, el exterminio de una raza y el declive del hombre; pero ella confía todavía en las instituciones, en la posibilidad de enfrentar civilizadamente el drama que la propia civilización ha gestado; él ve que la administración civilizada es equivalente a la rendición de Gerónimo, que salvar la unidad de su matrimonio es rendirse y aceptar que eso es todo. Por otro lado, el narrador quisiera proteger a su hijo mayor, quien con el afán de independencia y el deseo de éxito necesario para sobrevivir en este mundo ve a su padre como un acobardado reaccionario, como un hombre incapaz de atenerse a las nuevas circunstancias de un mundo que demanda hacerse efímero, acomodaticio, libre de desafíos; claro, para un narrador que piensa de la escritura como un desafío, salvar la relación con su hijo es, precisamente, un acto de rendición y aceptación de que eso es todo. (Y aquí nuevamente falla una de las críticas severas, que con afán de joven libertario reprocha a Enrigue intentar una “novela total” y no conseguirlo, es decir renunciar a su estilo desafiante de Hipotermia [Anagrama, 2006] para entregar un texto aparentemente facilón y mal armado, tan mal armado que —según esa crítica— bien podría haber prescindido de la trama familiar. Oh problema, esa lectura es tan descuidada que no lee lo que la novela sí dice: no sabemos si el narrador se rindió firmando la lealtad al rey de España. Señor crítico: ¡lea con cuidado!). Por otro lado, el narrador quisiera que sus hijos pequeños pudieran apreciar el drama apache para entender el drama migrante; conseguirlo implica la rendición de la inocencia. La ocurrencia final de los hijos nos señala la obcecación del padre: no hay rendición posible cuando el hombre no puede entender los finales. (Y aquí falla otra crítica, que cree que el cuidado de la inocencia de los niños sabios es de corte plenamente moderno. ¿No vio el crítico que el niño ha desarrollado, a la sombra del fantasma de Gilberto Owen, la sabiduría de “el mediano” de Los ingrávidos [Sexto Piso, 2011]? Por ello, la bella escena de Dylan protegido por el brazo de Miquel en la parte trasera del auto es tan clarificadora sobre la diferencia generacional. Hay críticos que creen que todo se lee desde una postura política). La tercera línea argumental de Ahora me rindo y eso es todo deja claro que el drama apache, el misterio de Gerónimo y la indeterminación del hombre tienen en común la posibilidad de la risa.

         A partir de un pensamiento del personaje más interesante de la novela, el más ridículo y risueño, el narrador hace la siguiente reflexión: «Los finales, no importa cuán cantados estén, nunca portan la calidad de lo terminal, cuando menos no para quien los va remontando. La última hora de intimidad con el otro siempre parece otra en la línea: un episodio repetible y sin consecuencias. Nunca nadie piensa que esa fue la última vez que se bebió esa saliva ni que lo que sigue es extrañar hasta la muerte el olor de la piel que se arremolina tras el lóbulo de una oreja. No registramos la última ocasión en que nuestros hijos nos dieron la mano para cruzar una calle. Cuando cambiamos de ciudad, de país, siempre pensamos que vamos a volver, que los demás se van a quedar fijos, como encantados, y que a la próxima los vamos a abrazar y van a seguir oliendo a la misma loción, tabaco y café quemado. Pero los amigos cambian, progresan y se compran lociones caras, dejan de fumar, dejan el café, huelen a té verde cuando volvemos. O se vuelven locos, los meten a hospitales psiquiátricos y tienen muertes horribles de las que nos enteramos por correo electrónico. Hay una última conversación lúcida viendo un partido cualquiera de futbol con el abuelo y un último plato preparado por la mano maestra de la abuela, una última llamada telefónica con el profesor que nos hizo lo que somos y que una madrugada se resbala en la bañera y muere». Asumir que estamos al tanto de nuestros finales, que controlamos el término de las cosas, que la vida se ciñe a nuestras decisiones, es absurdo, y la exhibición de ese absurdo resulta ridícula para quien lo entiende. Entender este absurdo parece imposible sin mucha claridad y cierta rabia. Ahora me rindo y eso es todo es una excelente novela cómica sobre quien cree conocer los finales. Claro, siempre podemos leer la novela y la vida como una tragedia, asumiendo que el saber y la verdad son terribles, que nos enceguecen y nos castran. Pero también podemos rendirnos al límite mismo de la vida y afirmar con una sonrisa que al parecer eso es todo.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. «Lo que sí está mal es que se me acuse de ordenar los abucheos», dijo el presidente. No está de acuerdo con los abucheos, aunque no estén mal. Claro, el show y la simulación del Lic. López. 2. Recupera Carlos Puig una mañanera: una reportera acusa a otro periodista con el presidente. Y la censura irá. 3. Y la censura va de la mano de la mentira. Por una diferencia de 12 mil pesos, el SAT investiga a los dueños del Reforma. En su edición de ayer, el diario preguntó si acaso era un medio de presión. El presidente, en la mañanera, atacó a Reforma. Mintió, cual lo demostró el diario unas horas después. 4. Lo más importante del reportaje aquel sobre el espionaje que se hizo a Vicente Fox es que la nota no es el expresidente, sino que por el reportaje nos venimos a enterar que el analista tan enterado, opinador con muchas fuentes, fue agente de espionaje para el Estado mexicano. 5. Por cierto que el analista juega a divulgar la versión de que entre Alito y Narro sólo una carta es del presidente. ¡Ah, qué ganas de servir al nuevo régimen!

Coletilla. «¡Cuán rápido envejecen las revoluciones! Peor, ¡cuán rápido se vuelven respetables!». G. K. Chesterton

La orgullosa crueldad

 

La orgullosa crueldad

Haré una pregunta incómoda e incorrecta: ¿por qué suponer que la pederastia es un problema psicológico? Lo ha supuesto la Iglesia mexicana sin que, al parecer, logre ver las consecuencias. Por ello, adelantando el final de mi planteamiento, el nuevo plan para enfrentar los casos de pederastia entre los clérigos mexicanos fracasará. No, no quiero sólo ser un aguafiestas, sino que quiero mostrar el problema teórico de la suposición y su perversa consecuencia práctica. Y quiero sugerir que la perversidad práctica motiva en mayor medida el nuevo plan, por lo que no sólo cabe pensar que alguien nos está engañando al postularlo, sino que a sabiendas del engaño se oculta un acto vil. Intentaré explicarme.

         Psicológicamente el juicio moral es sólo una valoración. A fin de no reconocer como malo el acto pederasta, lo cómodo es interpretarlo como una condición psicológica. Que sea posible suspender el juicio moral para reducirlo a condición psicológica supone al mal como administrable, al pecado como subjetivo y a la infracción como atenuable. Si el mal es administrable debería ser la discusión teológica de fondo; aunque lo cómodo es suponer que la condición caída nos conduce al pesar y que el progreso nos puede hacer confortable el peregrinaje. El mal, como si hubiese dejado de ser misterio, ahora es presentado como un problema superable. Es más, y siguiendo el discurso del Papa, se cree que el mal permea por el mundo y si acaso aparece en la Iglesia es por tratarse de un organismo más, de otra institución mundana. El mal, parece suponer la jerarquía católica, toca a la Iglesia tangencialmente. Así, algunos creen que el mal torna administrable, asunto de especialistas.

         Los especialistas que pueden atender a los curas pederastas son, por tanto, los mismos que atienden a los pederastas en general: psicólogos, jueces y, quizá, otros curas. La administración psicológica de la pederastia permitirá “reconocer conductas de riesgo” que, a su vez, los hombres de la ley se encargarán de administrar. Si se da el caso que el pederasta sea creyente, puede administrar su culpa con un cura. Si se da el caso que el pederasta sea un cura, su cura superior administrará legalmente la culpa. Sencillo: el pecado es una valoración subjetiva y administrable. La única diferencia entre el cura y el hombre de a pie, parece suponerse, es la jurisdicción bajo la que se desempeña. ¿Así o más mundano?

         Al reducir el asunto a la mundanidad, la Iglesia se oculta sus propias faltas. Quizá su falta más grave sea su actual incomprensión de la carne, su claudicación a pensar el erotismo. Que la Iglesia ya no piense la carne es precisamente la señal del misterio.

         Fracasará el nuevo plan porque los especialistas mundanos no pueden pensar la carne: la especialidad sólo es posible como negación del erotismo. La prueba puede reconocerse cuando preguntamos qué es la castidad en la perspectiva psicológica. Nótese que al mundanizar la pederastia clerical se vacía de sentido la virtud de la castidad. Por ello mundanamente no se alcanza a ver diferencia alguna entre la pederastia de un sacerdote y cualquier otro tipo de pederastia. Se cree, absurdamente, que es un problema de valores. Y los psicólogos, discúlpenme, no pueden entender la virtud de la castidad en tanto psicólogos. Si el nuevo plan realmente quisiese evitar la pederastia clerical, tendría que empezar por no desvirtuar la castidad, por pensar la carne.

         Lo que sí busca el nuevo plan es un marco pretendidamente legal para discriminar personas y frustrar vocaciones. El nuevo plan se ha presentado como la determinación psicológica de “conductas de riesgo en los candidatos para el ingreso a los seminarios y a la ordenación sacerdotal”. Claro, podría suponerse que se trata de un plan a largo plazo, ya no contra los curas pederastas de hoy, sino para evitar que mañana haya curas pederastas. Pero eso es mentira. Los psicólogos serán útiles para discriminar, excluir y frustrar a los jóvenes homosexuales que aspiran a la ordenación sacerdotal. Pues el objetivo indicado a la pesquisa psicológica es el mismo que en la Ratio Fundamentalis Institutiones Sacerdotalis (VIII, c) de diciembre de 2016 se determinó como necesario para excluir a los homosexuales. Se supone, perversamente, que los curas homosexuales —cuya existencia se niega formalmente a la luz del Catecismo de la Iglesia Católica, 2357 y 2358— son los pederastas, lo cual no sólo es falso (en tanto generalización), sino una muestra más de la renuncia de la Iglesia a pensar la carne. (El Magisterio parece haber olvidado, en torno al punto que comento, que precisamente en el Catecismo de la Iglesia Católica 2359, se dice que el homosexual está llamado a la castidad. ¿Por ello ahora se desvirtúa a la castidad?) Validando este mecanismo de exclusión, la Iglesia crea un chivo expiatorio. Por eso creo que es completamente vil justificar la violencia contra un grupo de la cristiandad bajo el pretexto de prevenir un daño. Hay perversidad y vileza en el engaño. Lo peor es que parece que a nadie le importa darse cuenta. ¿Es tan difícil ver que la desidia aunada a la lujuria produce la más orgullosa crueldad?

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Que dice el presidente que la subasta de vehículos oficiales fue muy exitosa, pues recaudaron 62 millones de los 100 millones que se esperaban obtener. ¡Exitosísima! ¿Se acuerdan de cuando nos burlábamos de Peña Nieto por aquello de «estoy a uno, no menos, cinco»? Se siente la 4T: antes teníamos humor. 2. Me divierte ver a los priistas del PRI diciendo que el PRI debe volver a sus orígenes, que hay que reformarlo. Tras la derrota del 2000 nació el nuevo PRI, ¿se acuerdan? La imagen de una camada moderna y profesional de priistas dio como resultado al grupo que administró al país en los últimos años. El nuevo PRI nos dio a Peña, a los Moreira, a los Javieres… ¡Ya quiero saber a quién nos regalará el nuevo nuevo PRI! 3. He dicho más de una vez que la sociedad corrupta se exhibe en la gratificación por la delación y la crueldad. Ahora se busca que la delación sea recompensada por ley. 4. Primer acto: asesinan a un opositor de un proyecto gubernamental. Segundo acto: la Fiscalía dice que seguro fue asesinado por el crimen, que no se puede pensar que tiene alguna relación con su posición política. Tercer acto: el «súperdelegado» en el estado en que ocurrió el asesinato señala que se ha de investigar a los otros activistas y opositores. ¿Cómo se llama la obra? El régimen de la simulación. 5. Simulación es la marca del régimen. Ahora se dice que se abrirán los expedientes de la Dirección Federal de Seguridad y del Cisen, que para la máxima transparencia en los casos de violaciones flagrantes de los derechos humanos. Pero la apertura máxima no será total, pues no se abrirán los expedientes de los casos no resueltos. ¡Se salvó el presunto asesino LEA! 6. Combativa, la periodista de las revelaciones hizo pública la versión sobre un acuerdo entre el expresidente Peña y el Chapo. Lástima que en su afán por golpear a Peña la periodista haya caído en el engaño. Una más para su antología de periodismo ficción.

Coletilla. «El sur tiene la bendición de la naturaleza, pero la desgracia de la flojera». Jaime Rodríguez Calderón «El Bronco», góber de Nuevo León, estandopero de ocasión y nuevo Heródoto.

Demografía del limbo

 

Demografía del limbo

En el limbo se vuelve visible el problema entre piedad y sabiduría. Tan visible como algo lo puede ser en un no-lugar. Tan visible como de ello nos permitan ver los recatos del poeta. Hablo, ya lo habrá notado el lector, del canto IV del Infierno, del poeta llamado Dante, de la perfección conocida como Divina Comedia.

         Hemos de comenzar señalando que el limbo sólo puede ser un no-lugar en la medida en que el problema entre sabiduría y piedad es irresoluble. O lo que es lo mismo: la única solución posible al problema entre piedad y sabiduría se encuentra en el lugar de Tomás de Aquino en el Paraíso (cielo del Sol, canto X). El limbo sólo puede ser un no-lugar porque es imposible. De ahí las declaraciones dogmáticas recientes en torno a él. De ahí la presentación dantesca del mismo: Dante declara su sorpresa ante el miedo de Virgilio frente al limbo; Virgilio nos advierte que quien se aterra por el limbo confunde el temor con la piedad. No es posible temer por los personajes del limbo en tanto los juzgamos con justicia. Temer por los personajes del limbo supone la condena de los mismos, la disolución —no solución— del problema entre la sabiduría y la piedad. En el limbo aparecen los sabios que no encontraron salvación. Temer por los sabios es suponer que la vida del sabio no es la mejor o que la sabiduría podría no ser buena. Quizá la piedad por los sabios no salvados sea preguntar por el problema entre la piedad y la sabiduría.

         Sé que mi acercamiento tiene un claro problema: ¿cómo afirmar que para Dante es un problema el de la sabiduría y la piedad, si no lo presenta explícitamente? Podría responder cabalmente señalando que lo explícito torna tácito en lo imposible. Aunque preferiré argumentar que Dante sí presenta el problema y nos ayuda a entenderlo. Que la presentación no es explícita lo indica Dante cuando afirma, en su plática con los poetas, que es bello callar ciertos temas. La Comedia es un poema; la belleza del poema resuena entre sus silencios.

         El total de los no salvados mencionados en la descripción de Virgilio es de treinta y nueve. Exactamente a la mitad de la enumeración, la vigésima mención, aparece Sócrates. ¿Acaso no es Sócrates la prueba más dramática del problema entre piedad y sabiduría?

         “No prueba nada”, podría decir el lector. “La sola lista no es silencio de Dante, sino alharaca tuya”, podría acusárseme.

         En el limbo, Virgilio hace cuatro enumeraciones: quienes fueron salvados por Cristo en su descenso a los infiernos, los poetas, los virtuosos y los filósofos. La única enumeración en que aparecen todos los nombres es la de los virtuosos. Sólo de quienes lograron la gloria humana no se silencia nombre alguno. Por lo demás, Dante silencia. Aunque no pruebo todavía que su silencio habla del problema de Sócrates.

         La lista de quienes fueron salvados comienza silenciando el nombre del primer hombre; como la lista de los filósofos silencia el primer nombre. Pero más importante es el silencio mayor de la primera enumeración. Después de nombrar a Jacob, Virgilio dice “con lo padre e co’ suoi nati”. Silencio importante. Importa que el lector note que la lista calla lo sonoro, pues el patriarca no nombrado lleva un nombre que significa “carcajada de Dios”. El poeta calla. Silencio importante. Importa que en un solo verso se callan trece nombres. No hablemos del simbolismo del número trece, veamos que con los trece la lista asciende a veintiún nombres. Iguala en extensión a la lista de los filósofos. De las cuatro enumeraciones, las de los extremos tienen la misma extensión. El poeta calla la comparación entre los filósofos y los santos: el problema entre piedad y sabiduría.

         El silencio mayor de la enumeración de los santos, empero, apunta a algo más: otra modalidad del silencio de Dante. Trece es a ocho como veintiuno es a trece: razón extrema y media. ¡La lista de los santos guarda proporción áurea! Medida divina para quienes lograron la salvación.

         ¿Podemos decir ahora que ya escuchamos el silencio de Dante? La segunda de las enumeraciones apunta precisamente a eso. Virgilio nombra a cuatro poetas y Dante nos presenta a los poetas conversando, conversando con Virgilio y Dante. Precisamente en la presentación de la conversación el autor nos advierte de la belleza del silencio: se presenta que conversaron, se calla qué conversaron. Si no notamos el silencio, la segunda enumeración agrupa a cuatro. Si notamos el silencio, los poetas son seis. Sólo si hacemos el esfuerzo de escuchar el silencio de Dante, la segunda enumeración es de siete. Siete es la clave para entender a los personajes del limbo.

         La tercera enumeración es de catorce personajes. Su proporción respecto a la segunda enumeración es de 2/1. Si reunimos las enumeraciones segunda y tercera y las ponemos en relación con la cuarta (en tanto que es el conjunto de personajes del limbo, de los no salvados), tenemos una proporción de 3/2. Si atendemos a la última indicación sobre los personajes del limbo, el primer grupo -cuyo silencio estamos escuchando- se divide en dos partes desiguales, se obtiene la proporción 4/3. Lo que nos lleva a considerar que 2/1, 3/2 y 4/3 constituyen las proporciones de la escala musical pitagórica: octava, quinta y cuarta, respectivamente. Sus elementos: 1, 2, 3 y 4, forman el tetraktys, base de la numeración decimal (1+2+3+4=10) y de las propiedades aritméticas de las figuras geométricas (crecimiento proporcional a partir del gnomon). ¿A qué nos lleva todo esto?

         En el limbo se contrastan dos tipos de proporciones: la de la escala musical y la divina. La primera corresponde a quienes no se han salvado, pero tampoco se han condenado. La sabiduría es una perfección humana que no garantiza la salvación. La sabiduría no condena; sólo Dios salva. El contraste entre estas dos proporciones es el modo en que Dante muestra el problema entre la sabiduría y la piedad. La sabiduría humana puede alcanzar la belleza perfecta de la música, pero aun así no es el coro de los ángeles. La salvación sólo es humana por Cristo, sólo posible si fue verdad lo imposible: Dios murió como hombre. Piedad y sabiduría se entienden a partir de la comparación de proporciones incomparables. Por ello, comparando los dos listados de veintiún personas, Sócrates aparece como la contraparte de Abel. Tanto Caín como la ciudad matan; la maldición sólo cae de un lado, aunque la ciudad es fundada por los cainitas. Platón, por cierto, se contrasta con Noé: a veces la filosofía es un arcano y difícil la comprensión de lo posible. ¿O no?

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Qué suerte, caray. Un helicóptero se accidenta demasiado perfectamente. Un ducto de gasolina explota en el momento más oportuno. Un niño broncoaspira y muere en una estancia infantil precisamente cuando se cuestiona la viabilidad de las estancias infantiles. Y ahora, «el crimen» asesina a un activista opuesto a la consulta popular que hoy se está realizando. El régimen más suertudo. Ni duda cabe. 2. Si todo fue tan negociado, ¿cómo llegamos al resultado de la semana pasada? 3. Desde el Estado se coordina la venganza; ahora la crueldad y el linchamiento son institucionales. 4. Celebran que se llegó a un acuerdo unánime. ¿Se acordó lo mejor? No, pero celebran que no pasó lo peor.

Coletilla. «Hay sabios que dicen más con su silencio que con su palabra”. Ignacio Solares

Botín

 

Botín

Hay miradas que florecen al instante; parcas muecas que arruinan el día. Hay distancias de infranqueable timidez; certeras compañías insoportables. Anhelos, esperanzas, suaves madejas para sortear laberínticas voluntades. Decepciones, frustraciones, empeños y esfuerzos que uno ve lastimero a la distancia. Algunas voces cimbran el recuerdo, otras se acurrucan en la apariencia del olvido impasible o se arrinconan entre los polvos de la memoria. Cuatro muertos tutelares; siete libros; versos que pautan el camino. Rostros soñados; personalidades de pesadilla. Amistades que restan; sumas de irreconocibles. Cariños inconfesos; odios declarados. Sólo dos arrepentimientos. Lo demás, variedad superable, peripecias de los días, memorabilia de una vida. Hay también ojos que me aquietan, me suspenden en el aire y airean hondos suspiros. Y hay todavía una sonrisa que despierta al día. Pobre alma mía: ¡ha quedado tan vacía!

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Qué suerte. No es por pensar mal, pero qué suerte. Un oportuno accidente de un helicóptero eliminó al líder de la oposición en el Senado y a la gobernadora no reconocida por el nuevo régimen. Qué suerte. No es por pensar mal, pero qué suerte. A media discusión sobre la escasez de gasolina y la guerra contra el huachicol estalla un ducto y hay muchos muertos. Qué suerte. No es por pensar mal, pero qué suerte. Ahora que se discute la existencia de las estancias infantiles, da la casualidad que muere un niño en una estancia. No es por pensar mal, pero qué suerte. 2. La Unidad de Inteligencia Financiera es el órgano de espionaje del gobierno federal que encabeza Santiago Nieto (que sin duda debe recordar el lector por las dos mentiras que le han dado notoriedad pública: cuando negó recibir sueldo por parte de un partido político que votaría su designación como Fiscal de Delitos Electorales y cuando filtró a un diario nacional documentos apócrifos para acusar a un exfuncionario federal de actos de corrupción, culpando posteriormente al medio tras ser descubierta su chapuza y victimizándose). Ahora, para nutrir su currículo de inexactitudes, el eficaz funcionario ha presentado una investigación incompleta contra una red de gasolinerías y ha ordenado ilegalmente la congelación de sus cuentas. El poder Judicial ya corrigió la nueva inexactitud de Nieto. ¿A quién culpará para victimizarse? 3. Es el estilo del nuevo régimen. El lunes, Reforma hace público que el secretario de Comunicaciones y Transportes ocultó la propiedad de un departamento en Houston. Respuesta oficial: Reforma miente, pues el secretario lo heredó a su esposa y su esposa lo donó a una empresa… chin, la empresa pertenece al hijo del secretario. El martes, El Universal muestra que un aliado político del par Bejarano-Padierna llegó a coordinador de Comunicación del Conacyt sin haber terminado sus estudios. El gobierno lo niega, el medio lo prueba, el gobierno acusa discriminación. Horas más tarde, el mismo medio muestra que el salario del nuevo funcionario es ilegalmente elevado. Hacia el mediodía, además, exhibe que el secretario de Educación Pública no terminó su licenciatura en Derecho. Respuesta oficial: sólo le faltan algunas materias. El miércoles, El Universal hace público que Conacyt nombró como encargada de la regulación de transgénicos a una diseñadora de modas. Respuesta oficial: no es cierto, ella sólo trabajó en la transición; que el medio lo pruebe. Tras la prueba, dijo el gobierno: ah, sí trabajaba ahí, pero ya no. Además sabe mucho de maíz transgénico porque viene de una familia de agricultores. Por la noche, el mismo medio señala que el sueldo de Ana Gabriela Guevara en la Conade excede el límite de la ley. No hay respuesta oficial. El jueves, Reforma muestra que un ayudante del presidente aspira, sólo por la cercanía presidencial, a comisionado de la Comisión Reguladora de Energía. En respuesta, el presidente dice que se siente aludido, apela a su derecho de réplica y replica amenazando al presidente de la Comisión Reguladora de Energía. El mismo día, El Universal muestra que el dirigente de la seguridad personal del presidente gana más que el presidente. No hay respuesta oficial. Y el viernes, para cerrar una hética semana, Reforma informa que nuevamente se violó la ley validando el nombramiento de Jenaro Villamil, quien no ha acreditado en su licenciatura la asignatura sobre radio y televisión, en la presidencia del Sistema de Radiodifusión. La justificación oficial es que la experiencia del nuevo funcionario justifica su asignación en el puesto. Mientras, en las mañaneras, el licenciado López Obrador denuncia a todos los inmorales; ¡a veces con Manuel Bartlett a su lado! 4. Lo lee bien Jorge G. Castañeda: detrás del proyecto transformador del presidente está la lectura cordoviana de Cárdenas y el marxismo tropical unamita. 5. Rusia se interesa en el mercado de gas natural y carbón de México, según lo sospecha León Krauze a partir de la visita de un grupo de diplomáticos-espías al Senado mexicano. 6. Qué raro. El diario combativo e independiente, crítico y objetivo, de la república dedicó su portada y la nota principal del pasado domingo a una entrevista realizada por Sanjuana Martínez. Claro, La Jornada puede dar su portada a quien quiera. El problema es que la nota principal del diario sea de quien está al frente de la agencia estatal de noticias. ¿Tendremos que pensar que el 10 de febrero de 2019 es la fecha en que el gobierno federal presentó como su boletín oficial a un diario «independiente»? Qué raro. 7. Lo importante no es la democracia, sino la base social que permite conservar el poder al líder que asciende democráticamente. Así lo expresó López Obrador en un prólogo reseñado por Guillermo Sheridan.

Coletilla. «la libertad es la capacidad de incorporar a nuestra propia naturaleza un conjunto de normas al grado de que, entre ellas y nuestras tareas, no haya más que una identidad, un fluir sin obstáculos». Javier Sicilia

La conclusión inconclusa

 

La conclusión inconclusa

Encontré la pista en una carta de Ibn Iharia. El comentarista valenciano de Euclides le escribe a su amigo Isaac ben Yushi, médico cordobés, agradeciéndole que le compartiese “tan bella gacela”. No pudiendo pensar mal de dos grandes hombres, y sabiendo que ni el geómetra tenía tiempo para ciertos comercios, ni el médico inclinación a ciertos humores, sospeché que la gacela era un ghazel. Así, entre los apuntes del médico que se conservan creo haber reconocido una parte de la gacela, que por desgracia no se conservó completa. Según las notas, la autora fue la más famosa pérfida de Córdoba. Yo no sé si haya sido tan famosa, pero sí puedo creer que haya sido de Córdoba. Revisito lo que queda del poema dando pie a lo que puede ser un soneto. ¿Te animas, lector, a completar el soneto?

 

Moriré esperando la dicha

de celar a las rosas contigo,

recorrer el jardín como amigos

perfumando las flores sin prisa.

 

Nuestra luna sería el testigo

de los besos, abrazos y risas;

y en tus brazos mi vida, clarita…

 

¿Cómo lo completas, lector curioso?

 

Escenas del terruño. 1. Con su tino habitual, Jesús Silva-Herzog Márquez señala: vivimos en el despotismo de la ocurrencia. 2. Que ya no se va a espiar, dijo cuando era candidato. Que se garantizará la soberanía energética, dijo como presidente. Entonces el espionaje se hará a través del «Área de Inteligencia Energética» de la Comisión Federal de Electricidad, encabezada por Manuel Bartlett. Una mentira más del ganso. 3. Una parte de la guerrilla propone al presidente crear milicias populares para defender su proyecto; la otra se posiciona directamente en contra del proyecto lópezobradorista. 4. Ya nos dirán que es mentira, que fue un error de captura, que… Claro, impensable que haya un conflicto de interés. 5. La primera dama no quiere ser primera dama, pero influye más que una primera dama. 6. Mentira. Paco Ignacio Taibo II presume que ya comenzó a bajar los precios de los libros del FCE, y que ahora se ofrecen 50 libros a $49.50. Entre las «rebajas» me llamó la atención que un libro de Mariano Azuela que costaba $22, ahora se «rebajó» a $49.50. Seguro que las matemáticas también son fifí.

Coletilla. “La envidia y los celos son las partes pudendas del alma humana. La comparación puede quizá llevarse más lejos”. Nietzsche

Gente que vi ayer

 

Gente que vi ayer

 

Ese anatomista que a veces soy, anduvo de mirón el día de ayer y de diversos encuentros salieron estas saetas. Cada uno encuentre la suya.

 

Practica el arte de confundir la discreción con el desprecio.

Acostumbra pasar de la abstracción a la abstinencia.

Sabe presentar como profundidad a su inseguridad

Cree que la honestidad es impericia.

Admirar, adular y fabular no le hacen diferencia.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. El presidente no admitirá públicamente que la nueva estrategia es administrar el narco, no combatirlo. Sabor a PRI. 2. Cada semana el ejecutivo anuncia al menos tres programas «transformadores». El pasado domingo, en un evento sinaloense, se anunció un programa más: el programa nacional de promoción de la lectura. Del programa sólo sabemos lo que se dijo en el templete. La información oficial se reduce al relato de lo dicho en el templete. Se presentan programas al por mayor, pero no existen más que en los discursos, o si existen no son públicos los detalles de los mismos. Obviamente, nos obliga a criticar de oídas. Obviamente, eso hará imposible evaluarlos. 3. Antier echaron, literalmente, de su oficina al entonces director de la Biblioteca Vasconcelos, Daniel Goldin; que se fuera al sótano cargando su escritorio, le dijeron. Modales de la Cuarta Transformación. Ayer, Daniel renunció; que no se diga que lo corrió el nuevo régimen. Simulación, pues.

Coletilla. Julio Hubard hace la más completa exposición que he leído acerca de la reflexión zaidiana sobre la palabra. Además, zaidianamente, encontró un poema desconocido de nuestro clásico vivo. Por su parte, en Letras Libres de febrero, Aurelio Asiain muestra que la claridad y precisión de los ensayos de Zaid se originan en la perfección de sus poemas. ¡Sigamos celebrando la inteligencia de Gabriel Zaid!