El asta sin bandera

El asta sin bandera

 

En 1942 se publicó el libro La cifra de las cosas, que reúne las poesías de Shantidas Giuseppe Lanza del Vasto [1901-1981]. De allí extraigo el poema hoy revisitado: “Resurrección”.

 

Cuando suene la trompeta postrera

entre la tierra brotarán los muertos

como a la nube aturden los truenos,

e izarán como el asta sin bandera

sus huesos secos. Mas cuando al Hijo veis

con la Santa Virgen de la Flor de Lis

luminoso en el claro de los cielos

cual yace en el campo la primavera,

esta mi carne, débil compañera,

brotará, tierna hoja, de mis huesos.

 

 

Escenas del terruño. 1. Ayer se publicó la «Ley general en materia de desaparición forzada de personas, desaparición cometida por particulares y del sistema nacional de búsqueda de personas». No me uno a las celebraciones, pues me preocupan las definiciones de la ley. Véase, si no, el artículo 4, donde se define a la persona desaparecida como «persona cuyo paradero se desconoce y se presuma, a partir de cualquier indicio, que su ausencia se relaciona con la comisión de algún delito». ¿No cabe en la definición lo mismo el desaparecido que el prófugo? Y a la persona no localizada se le define como «persona cuya ubicación es desconocida y que de acuerdo con la información que se reporte a la autoridad, su ausencia no se relaciona con la probable comisión de algún delito».  ¿No es un arma del Estado Servil? A lo largo de la ley hay más imprecisiones peligrosas. 2. Héctor de Mauleón narra la llegada del Cártel de Jalisco Nueva Generación a Puebla. Comenta certero: hace un año se estimaba la presencia del CJNG en 16 estados, hoy está presente en 20. Hay crecimiento. 3. Buena la nota de portada de Reforma del pasado lunes: a sólo unos meses de su inauguración, cierran el auditorio municipal de Tecámac, Estado de México, por daños estructurales. No hay que irse con la finta. El principal partido opositor en el estado ha dicho que la inauguración del auditorio se aceleró con fines electorales y con ello distrae la atención de lo importante. Piénsese: ¿Qué partido ganó en Tecámac la elección anterior? ¿Por qué el partido ganador se ha acercado al que tenía la responsabilidad de posicionar al PRI en la elección estatal después de que un allegado de Montiel le ganó su puesto en la dirigencia estatal del tricolor? ¿Por qué nadie ha señalado la relación entre la construcción pública en aquel municipio mexiquense y la ampliación de un emporio privado? La remodelación del auditorio beneficiará al suertudo de la región. ¿Quién? Tiene mueblerías, restaurantes, ferreterías y muchos negocios más en aquel municipio, al que ha gobernado en más de una ocasión. Ahí hay nota. 4. Ojo con el Seguro Popular en la Ciudad de México. Esteban Illades nos dice que los trabajadores del Seguro Popular en la CDMX fueron obligados a presentar su renuncia y a firmar un nuevo contrato en que se modifican desfavorablemente sus prestaciones laborales. La justificación es la falta de presupuesto. 5. «Compartir la vida privada en redes es sinónimo de existir», señala Emilio Lezama en una interesante reflexión sobre la civilización del espectáculo. 6. No fue de la Nunciatura, ni fue para bloquear el premio de Mancera en el Vaticano: fue para influir en la sucesión. Perdón, las sucesiones: las dos sucesiones de la Ciudad de México. Al buen entendedor…

Coletilla. Lo bueno de la nación es que tiene tanta gente preocupada por promover la cultura y combatir la corrupción que… Ajá. Sí. Bueno ya. Nuevo escandalito: el presupuesto federal de cultura se dirige principalmente a la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca, de Televisión Azteca. Y dice la chairiza: ¡corrupción! ¡la cultura es para la gente y no para los potentados de siempre! ¡la mafia en el poder! La Orquesta, empero, pertenece a Fundación Azteca. Y el secretario general de la Fundación Azteca es Esteban Moctezuma Barragán. Y Esteban Moctezuma Barragán colabora desde enero de este año en el proyecto de Andrés Manuel López Obrador. ¿Entonces?

Paso

No es tu paso lo que espero, porque ese ya pasó. Te sé glorioso y te recuerdo, en el cenáculo, en la cruz y del sepulcro saliendo.

Una sola vez has salvado al hombre porque con ello ha bastado, pero la elección del bien no es fácil cuando ni siquiera sabemos lo bueno que es estar salvos.

No es tu paso lo que espero, sino mi decisión. A veces quisiera tomar contigo el madero y abrazar la redención, pero la duda me hunde en las aguas y te niego ante la adversidad, porque no niego que siento miedo y que la tempestad de este mundo me acobarda, aunque quisiera negar el miedo y reunirme contigo en amistad.

No es tu paso lo que espero, porque ese ya pasó, espero un corazón sincero que latiendo desde mi pecho me abra a la redención.

Maigo

La resurrección como verdad

La resurrección como verdad

No sé si sea un equívoco. La medicina y todo conocimiento de lo natural nos obligan a dudar de que la cura de los leprosos y de los ciegos sea algo que pueda creerse sin caer en la ingenuidad. La reacción de la mayoría ante la palabra milagro, ante la lectura de un hecho milagroso es la perplejidad. De ahí que se considere como un salto a los poderes de lo natural. Una muestra de que la prueba de la religión no proviene de este mundo. Como la resurrección, el lector que quiere ser prudente se orilla a interpretar la palabra con un tono alegórico de lo que significa la misericordia. Como la resurrección, no las creemos más que como dogmatismo en torno al valor de la creencia o como expresión de lo hermético. Casi nunca se piensa que, por más hermético que pueda llegar a parecernos el caso del milagro, en verdad tenga que ser creído, como la resurrección, pues, como señala San Pablo, no existe el cristianismo sin la verdad de la resurrección.

Si se basa en la resurrección, el milagro como prueba es algo que prueba sus limitaciones para todo lector escéptico: el drama de Tomás. Los ojos no dan crédito a lo nunca antes visto. El escepticismo se perpetúa si creemos que eso es algo que todos hemos de ver alguna vez. No hay regreso de la muerte: la materia es corruptible. Ahí entra el dogmatismo en una pugna intelectual y de voluntades: las ideas modernas en torno a la inmortalidad del alma se contagian de orientalismo, maniqueísmo y nihilismo. Ninguna de esas sirve para abordar la fe, por lo que ninguna de ellas sirve para hablar sensatamente de la resurrección: en el fondo se considera como una convicción personal. Eso no es religión. Renuncia a la razón a la que apela el apóstol cuando intercede por la resurrección como pilar para la existencia y verdad del cristianismo. Se trata, en el mejor de los casos, de la fe de la que hablaba Tolstói al confesársele a su lector, partícipe de la queja en medio del silencio.

Como alegoría producto del hermetismo evangélico es sólo una hipótesis de un prejuicio hermenéutico. No es problema del hermetismo, sino del lector que sitúa al cristianismo como un problema que, en su mayor parte, es hermenéutico, cuando la hermenéutica necesaria para el Evangelio no separa de manera moderna los actos del lógos como verbo, vistos en la encarnación y en la Trinidad. La labor de una exégesis es aclarar pedagógicamente el sentido que al descuido escapa, sin trivializar la educación, y eso no es posible confiando únicamente en la hermenéutica moderna. San Pablo se hizo todo para todos.

La importancia tan crucial de la resurrección no está en el poder terreno de Cristo. Si así fuera, el amor sería una contradicción para el dogma. La resurrección es crucial porque la cruz y el sacrificio lo son. El cristianismo no puede ser eutanasia para la felicidad. Por eso lo crucial en el cristianismo no es creer y callar. Lo crucial no es que la resurrección se convierta en última prueba de una verdad que en vida fue un fracaso. Así lo milagroso es, otra vez, recurso último de la desesperación ante la necesidad de la mentira. Pero el apóstol también enseñó que, para los que no creen, es el evangelio una necedad completa, como también lo ha de ser la resurrección.

Tacitus