Epifanía de Pandemia

Para Israel

En medio del dolor, creo que sigue brillando la esperanza de encontrar la salvación en la hermandad, y en dar a Dios alabanza.

En medio de un pueblo pequeño, custodio de la tumba de Raquel, los sabios pretendían llevar regalos sin imaginar que el regalo era para ellos, pues vieron al Mesías guiados por la estrella de Belén.

Unos encontraron paz al seguir la estrella, reconocieron humildemente al rey en el pequeño, al dios hecho hombre en el ser fragil y al sumo sacerdote en la inocencia de los balbuceos del inocente niño.

Otros,en cambio, llevados por su avaricia persiguieron al inocente y lo hicieron culpable de haber nacido, se llenaron de soberbia y se pensaron inmunes a los designios divinos, en vez de paz prefirieron la división y culparon a unos niños de un crimen atroz, los condenaron a morir para evitar un magnicidio.

Con el paso del tiempo los condenadores de infantes de manera infame murieron y sus descendientes que a sus tronos se aferraron, junto a esos mismos tronos sucumbieron.

No crea el lector que mi esperanza se encuentra en la caída del Tirano, mi esperanza se funda en poder ver nuevamente al otro y llamarlo hermano.

Maigo

La importancia de los Reyes Magos

Por qué se genera una tradición ayuda a entender los motivos por los que se generó, pero no por los que perdura. El día del amor y la amistad, así como la Navidad empezaron por motivos diferentes; perduran por el deseo de manifestar el amor y la alegría. Siendo niños sentimos alegría por cosas diferentes a los adultos, pero ambos nos alegramos cuando recibimos obsequios. La alegría se desborda si los regalos están mezclados con la ilusión y una especie de aprendizaje. Recordar los regalos de los Reyes Magos o de Santa Claus es uno de los momentos más felices de la infancia.

No recibir lo que esperábamos es fatal, ahoga la ilusión. Tiene sentido si recordamos que los Reyes o Santa saben si hemos sido buenos o malos y, según se nos dice, de eso depende el tipo de regalos que obtenemos. Es una especie de aprendizaje moral. ¿Los niños son capaces de aquilatar sus buenas acciones con las malas para comprender si su recompensa es justa? Ahora que soy adulto descubro que ni los padres son capaces de hacerlo. ¿Aprenderán los niños a portarse mejor si no reciben ni uno solo de los regalos que esperan, se portarán mejor si los reciben todos o si hay una mezcla de lo que querían y de lo que les dieron? No necesitamos tener hijos para contestar la pregunta; también recibimos regalos siendo niños. La pregunta sólo tiene sentido si los padres relacionaban lo que regalaban con el posible bien que le estarían haciendo a sus hijos. Porque si el niño obtenía todo lo que quería, fuera por los Reyes, en sus cumpleaños o en otras situaciones, lo que esperan esas personas es diferente a quienes casi nunca obtuvieron lo que quisieron en la infancia. El que porta la investidura de Rey Mago o de Santa Claus no siempre es justo cuando da regalos. Los niños poco podrán aprender sobre su comportamiento, específicamente sobre cómo se percibe su comportamiento, si hizo bien o hizo mal, si no se le intenta enseñar con algo que le importe.

El dar regalos basados en la imagen de la sabiduría moral es más difícil que el conseguir los juguetes en plena pandemia. Los adultos que hablan entre ellos la mayor parte de la semana constantemente no se saben regalar; casi ninguno sabe para qué dar un regalo. En el caso de que los padres piensen concienzudamente qué clase de lección les quieren dar a sus hijos mediante los regalos, no es fácil que sus hijos la entiendan. Si regalan cosas instructivas, al niño le podrán ser completamente indiferentes, y si les dan todo lo que piden, el niño se volverá caprichoso. Los niños deben divertirse y saber afrontar cuando su diversión comience a escanear. Antes de dar cualquier clase de regalo, los padres deben entender a sus hijos. Tal vez así podrían dar mejores regalos a otros adultos y, de manera ligeramente relacionada, entenderse a sí mismos.

Yaddir

Un Tirano en Epifanía

Cuentan que cuando unos sabios de oriente se presentaron ante Herodes, éste respondió a su pregunta sobre la ubicación del Mesías con cierta indiferencia, algunos pensaron que incluso hasta con incredulidad y desestima de las noticias que el cielo daba al mundo.

Pero ese rey mundano, que hasta sonriente y bromista indicaba su incredulidad en la llegada del Mesías, decidió poner trampas a los sabios que al niño Dios buscaban. Les sugirió regresaran cuando lo hubieran encontrado, con la intensión de ir también a adorarlo. Herodes se negaba así a ir con los sabios rumbo a Belén, pero en su corazón su miedo de que hubiera un niño rey en Israel fue suficiente para que sin ir mostrara que efectivamente creía en él.

El rey Herodes mandó matar a los pequeños que en Belén vivían. Desde su trono mostró que la incredulidad que mostraba ante unos era el veneno que por dentro le consumía. Desde la distancia mandó acabar con los inocentes y sus acciones hablaron por él más que las palabras pronunciadas ante otros reyes.

¿Cuántos Herodes tiranos no habrá en nuestros días, que desestiman lo que dicen los sabios y que sonríen en sus cortes mientras que por dentro se consumen condenando a las verdades que de dientes para fuera desestiman?

Maigo.

Vísperas de Reyes

La grandeza de la Epifanía consistía en saber reconocer al Mesías: recostado en un humilde pesebre, siendo un niño indefenso y nacido lejos de donde se ostenta el poder humano; tal pareciera que sólo los sabios eran capaces de tal tarea.

Pero pocos son los sabios, que reconocen en el niño al milagro de la salvación, menos los sensatos que siguen los pasos de los sabios y rinden a ese niño la debida adoración, y muchos más los insensatos perdidos en la llegada de los sabios y capaces de ver solamente al oro y al incienso que estos llevan en las manos, olvidando a la mirra y su mortal significado.

Poco se sabe de la vida de los sabios, los evangelios callan sobre lo ocurrido en sus corazones tras encontrar al niño buscado, pero lo que sí sabemos es que no regresaron por el camino que llegaron, aunque eso no les impidió regresar al hogar que alguna vez dejaron.

Gloriosa Epifanía la que ocurrió en Belén, triste la nuestra que entre juguetes pierde al milagro que necesitamos para convertirnos en hermanos de Jesús, el niño que vino al mundo sin la esperanza puesta en los regalos.

 

 

Maigo.

Infancia

Esa noche, arropada ya en la cama, no hacía más que voltear a la ventana y mirar en el cielo a aquella tercia de estrellas brillantes. “Los Reyes Magos llegarán pronto” dijo para sí ilusionada mientras las veía titilar e intentó conciliar el sueño. Lo que no sabía la niña es que al otro día, en vez de regalos, descubriría que esas tres estrellas centelleantes no eran más que el cinturón de Orión y que no existía tal cosa como los Reyes Magos…

Hiro postal

Epifanía.

Epifanía.

Y ellos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el punto y hora en que la Virgen acababa de ser madre.

Evangelio Armenio de la Infancia de la infancia 5, 10.

Dios quiera ablandar el corazón de los hombres, así como en algún momento quiso endurecer el de faraón, a fin de que la presencia de su hijo se muestre más allá de la hondura de un zapato colocado bajo un árbol destinado a perecer.

 

Maigo.

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