En una maquina cibernética hallaron unas claves, unos códigos conjugados y metafixiados. Hablan de un humano que se hacía escuchar y nombrar Rockdrigo González, ahí refieren a una radiotransmisión transmitida por ondas hertzianas medio marcianas. A través de los airosos aires de la capital establo de mexicapan de las tuneishions llega a nosotros una muestra arqueo-etno-musico-tera-para-psicológica o apocalíptica visión de mediados de la penúltima década del siglo XX.
¡Ah qué carnal ese! Entre concreto desmoronado y varillas gruesas quedo su cuerpo la mañana del 19 de septiembre de 1985. Ese no fue su fin sino el principio de su vagar por las guitarras y cintas, por viniles y libros, por calles y compactos, por cines y tributos… en fin, sus desentonados falsetes y afinados berridos han marcado a más de uno, con sus letras y armonicazos han dado a la banda la sonoridad de su rol por esta vidaza.
Entre sus canciones se cuelan las historias de adolescentes matricidas alcohólicos (Gustavo), un asalto del terrorista de la línea tres traumatizado al llegar del campo y perder entre la multitud a su pareja (Metro Balderas), las descripciones de la mezquindad, bajeza e impunidad de la zoología social (Ratas), amores que pasan tan rápido como el aliento y como improvisación sentida (Rock en vivo).
En sus canciones viven hombres de versos y aguardiente que atraviesan el campo, los que recogen el fruto del mar desde el amanecer, los que reciben un salario y ven con tristeza que sus anhelos están medidos por él, los que anhelan la situación del explotado, y los que en sus crisis se sienten como perros en pleno arroyo vehicular. Sus palabras pasan de la urbe al campo, de la paranoia de la modernidad a la alegría poética rural, transcurre y fluye. Sus visiones del “rocanrol mexicano” (sic) dejan testimonio de una crítica de su ambiente bastante ácido. En tiempos donde el rocanrol era delito para el aparato de estado y traición ideológica para la izquierda organizada y semiclandestina, Rockdrigo le pinta huevos a las rígidas estructuras que sistematizan las verdades, ve en el rock la progresión de la música para crear puentes a las músicas populares concretas de cada espacio y tiempo, una balcón a los exteriores e interiores donde el ambiente marca las arrugas de la piel.
Una entrevista acompañada de rolas. Un viaje por un personaje y sus carburaciones mentales. Esta es una invitación a no solo oír y decir si agrada o no este musicucho, sino a atender una voz feroz y reflexiva.
Visiten http://www.rockdrigo.com.mx/ . Ahí se encuentra la grabación del programa “Dos hasta la media noche” de 1984, transmitida por Radiomexiquense XEGM.
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