Del amor injusto

Del amor injusto

 

Por la Apología de Sócrates nos enteramos que el daimon socrático disuade de la participación política. Por el Téages nos enteramos que el daimon socrático es eros. El daimon aleja a Sócrates de los hombres al tiempo que lo acerca a ellos. El daimon socrático esboza la intimidad del filósofo. El filósofo sólo puede llevar su intimidad en una tensión constante entre la atracción y el honor. La intimidad filosófica es la tensión llamada justicia. La justicia torna imposible si desaparece alguno de los elementos de la tensión. Si desaparece la atracción y el filósofo sólo se retrae en sí mismo, la filosofía se diluye en erudición. Si desaparece el honor y el filósofo se ensimisma, la filosofía se descompone en inconformidad. Si el filósofo resta importancia al honor, no buscará a los eróticos entre los interesados en política; poniendo en riesgo a la filosofía misma. Si el filósofo se oculta la importancia de la atracción, cerrará los ojos a su vida moral; poniendo en riesgo a la filosofía misma. Si la moral es imposible, el filósofo podrá ser el intelectual perfecto: ecuánime, objetivo, ataráxico… antifilosófico, finalmente. Si la política es imposible, el filósofo podrá ser el romántico perfecto: auténtico, autónomo, décadent… y eros sólo sería intimidad emocional. El erotismo filosófico se simplifica cuando desaparece la tensión entre atracción y honor: la intimidad emocional resuelve la vida privada, el prestigio intelectual soluciona la vida pública. Sin daimon, el filósofo puede ser el injusto perfecto. Y cuando nos asustábamos, a eso le llamábamos tiranía.

 

Námaste Heptákis

 

Los desaparecidos. Han pasado 18 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Sobre el caso hay que señalar cuatro cosas. 1. En la medida en que vence el plazo pactado para la investigación del GIEI las declaraciones se van volviendo dramáticas: de un lado se dice que no hay por qué prorrogar seis meses más su investigación; del otro, que se ha orquestado una campaña en su contra (que incluye la difamación a Emilio Álvarez Icaza); y de otro, que es necesario prorrogar la investigación del GIEI. 2. Hay una línea del caso que no ha sido investigada; la expone Héctor de Mauleón. 3. Ayer, 1 de abril, se reunieron los funcionarios de la PGR y el GIEI para recibir el resultado del cuarto peritaje al basurero de Cocula: se encontró evidencia suficiente para afirmar la ocurrencia de un incendio en la zona, además de que se localizaron restos óseos calcinados de al menos 17 personas. La investigación no arroja, por obvias razones, datos sobre la fecha del incendio. Falta identificar los restos encontrados. Horas más tarde, el GIEI emitió un comunicado en que manifiesta su desacuerdo con el modo en que la PGR divulgó los resultados del peritaje. 4. Nuevamente se le negó a los padres de los normalistas desaparecidos su participación en la tribuna del Congreso de la Unión. La primera vez se les negó por formalidades en torno a la solicitud; en esta ocasión se alega que como ciudadanos no tienen la facultad para hablar en tribuna. Supongo que a eso se llama voluntad política.

Por otra parte, ya son tres casos de desaparición forzada en Veracruz. Primero, en cuanto al caso de los cuatro desaparecidos de Tierra Blanca, que ya ha cumplido dos meses, no se presentaron avances en la investigación durante la semana. Sin embargo, en relación con el caso, se reportó la desaparición -desde el 23 de marzo- de la activista Claudia Ivonne Vera García del colectivo «¿Y quien habla por mí?», quien contribuyó en la búsqueda de los desaparecidos de Tierra Blanca. Segundo, el pasado 19 de marzo en Papantla la policía detuvo a Uriel Pérez Cruz y a Alberto Morales Santiago; sin embargo, no fueron presentados tras la detención y actualmente se reportan como desaparecidos. Tercero, también en Papantla y también el 19 de marzo, desapareció Jesús Alan Ticante, quien aparentemente también fue desaparecido mientras caminaba por donde se dio la detención de Pérez Cruz y Morales Santiago. Aquí los detalles de los dos nuevos casos. Los desaparecidos no deben ser olvidados.

Escenas del terruño. 1. Arnoldo Kraus reflexiona sobre la comprensión contemporánea del cuerpo. 2. Que, dice Carlos Loret de Mola, el Chapo nos dejó sin agua. 3. «Para un gobierno autoritario como el de México la culpa siempre la tiene la gente», dice Sergio Sarmiento en su columna de Reforma del pasado 31 de marzo en torno a la implementación temporal de un nuevo «hoy no circula«. 4. Al inicio del periodo vacacional señalé que la cifra de ejecuciones en Guerrero era de 309, al finalizar el periodo -y con megaoperativo de seguridad- la cifra es de 404. El secretario de Gobernación dice que las ejecuciones son de esperarse porque los criminales se matan entre ellos. Ajá. 5. El 60% de la población LGBTI de las cárceles mexicanas ha sido víctima de abusos. 6. Otra historia de censura, ahora en la pluma de Ricardo Alemán. Apuesto doble contra sencillo que los políticamente correctos nuevamente guardarán su indignación. 7.  Durante el periodo vacacional robaron las oficinas de la editorial Cal y Arena; lo informa Rafael Pérez Gay.

Coletilla. Ayer, en El Universal, Paulina Lavista describió el momento en que Salvador Elizondo dejó este mundo. Comparto su descripción:

«Murió plácidamente. en su sueño, oyendo el «Requiem de Fauré», en brazos de su hija primogénita, Mariana, el 29 de marzo de 2006. Cuando empezó a sonar la música, una leve sonrisa se esbozó en su rostro, se fue como ángel, sin estertores, sin dolor. Lo extraño cada día más, la vida sin él ha sido difícil, me compensa su legado, su mar de escritura, sobre todo sus Diarios que, al leerlos me permiten revisitar mi vida de 38 años a su lado».

La materia de la escritura

                 Por el décimo aniversario luctuoso del brillante escritor Salvador Elizondo

Todo aquel que lee El Grafógrafo, de Salvador Elizondo, sabe que en ese texto se describe la consciencia que el escritor tiene sobre lo que escribe, es decir, se muestra la actividad del escribir en su estrecha relación del conocimiento sobre lo que se escribe con el recuerdo y la imaginación, la cual realiza un nexo con lo que aún no se ha escrito pero se está a punto de escribir. Esto, en términos generales, es lo que hace Elizondo en su brillante escrito. Pero sería injusto y perezoso quedarnos en esta generalización, pues el escritor describe su actividad haciéndola, desarrollándola, no sólo resumiéndola; por tanto, un análisis sobre El Grafógrafo debe ser hecho observando a detalle los pasos dejados en dicha actividad; ver las marcas del zapato que dejó la huella, el tipo de piso, cuánto pesaba quien pisó y hacia dónde pudo llegar. Además, el análisis ha de hacerse sin ser repetitivo.

El escritor sabe que se encuentra escribiendo. Él sabe qué se encuentra escribiendo. Las recomendaciones implícitas hasta este momento son evidentes: todo aquel que quiera escribir debe conocer sobre el tema a escribir, de lo contrario sólo estará rayando la hoja o llenando de bits su archivo. Quien escribe, también sabe cómo lo hace, es decir, sabe el tratamiento que le da al tema del que escribe y a las ideas subyacentes al tema; y sabe otras maneras de tratar el tema, las ve en general, pero sólo trata unas a detalle. Hecho lo anterior, recuerda lo que escribió, el tema, y cómo lo hizo. Nueva recomendación: se ha de checar lo que se hizo para repasarlo y mejorarlo, porque esto se puede hacer gracias a la memoria. Pero el revisar un texto no lo deja ajeno a una nueva revisión y a otra nueva revisión sobre la segunda y a decir los detalles sobre esa segunda revisión; el ver los errores, en la tercera revisión, de la segunda y de la primera, de la forma y del contenido, permite ver que esa actividad, la escritura, siempre se va desarrollando. Cada momento es diferente, pues, pese a estar unido con otro en un mismo texto, va mostrándole al escritor el desarrollo de su escrito, que tiene su base en lo que conoce y cómo va pensando eso que conoce. El reconocer la cercanía entre el pasado y el presente del escrito, detienen al escritor para que se fije en lo que escribirá. El escritor puede haberse figurado lo que ya escribió o figurarse que lo haría del modo como lo escribió, es decir, pudo vislumbrar lo que haría, de manera más o menos exacta, antes de hacerlo. Lo cual le permite escoger mejor lo que va a decir y el modo como lo hará, y las posibles correcciones que sospecha ha de escribir. Esto nos permite ver el momento previo a la escritura, cómo el escrito va cambiando a como se había pensado, y como, una vez hecho, se regresa al momento anterior. Tres momentos distintos, cada uno completo por sí mismo, pero incompletos cuando se relacionan. Última recomendación: un escritor nunca debe abandonar sus escritos.

Si lo anterior es cierto, podemos saber qué hacemos al escribir y no se nos escapa totalmente cómo se puede comprender nuestro escrito. El buen escritor se realiza pensando a detalle, poco a poco, en la actividad de comprender lo que está escribiendo, comprendiendo cómo su actividad se ve involucrada con el pasado, su presente y el futuro, cómo sus capacidades intelectivas se reúnen en una hoja de papel. Quien hace esto es un escritor; los demás somos escribidores.

Yaddir

Amistad y catástrofe

Amistad y catástrofe

 

Sin independencia ni coraje

no hay verdadera amistad.

René Girard

Probablemente puede compararse el fracaso de la política con el fracaso en las amistades; claro, de no ser porque el segundo de los fracasos es consecuencia del primero y porque la comprensión clara de uno no necesariamente nos ayuda a comprender el otro. Sí son comparables, empero, las resistencias a reconocer el fracaso y las esperanzas de que –al final- el fracaso no sea tal. De algún modo parece que nos preocupa más resistirnos al fracaso que resistir al fracaso, postergar el fin que esperar el fin, y –si acaso esperamos- esperarlo preparados a prepararnos a esperarlo. Probablemente no hay ya oportunidad del fracaso; el mayor fracaso.

El fracaso de la política tiene como consecuencia la necesidad de la violencia: violencia necesaria para los persecutores del orden, violencia necesaria para los detractores del orden, violencia necesaria como nuevo orden. El fracaso en la amistad tiene como consecuencia la necesidad de la paz: paz necesaria en el páramo íntimo de la amistad, paz necesaria en el futuro prometido de la amistad, paz necesaria como la nueva amistad. El fracaso en la amistad y de la política es su emplazamiento a imposibilidad necesaria. El fracaso en la amistad es la imposibilidad de disentir genuinamente, la continua postergación de las diferencias, la indeterminación recurrente de lo que hace aceptables nuestras vidas. El fracaso de la amistad torna imposible el consentimiento de la existencia.

Creo, sin embargo, que hay un único fracaso de la amistad en que el consentimiento de la existencia sigue siendo posible: la catástrofe. La imagen insuperable de la amistad que fracasa en catástrofe se encuentra en el Evangelio: Juan ante la Cruz. Los amigos se reconocen en el fracaso en la cima del Calvario. El fracaso político se encuentra en el éxito del imperio romano. El fracaso en la amistad se muestra en la ausencia del desconsuelo del amigo: Juan acepta no sólo que así debe ser, sino que así es porque así lo ha dicho el Amigo. No hay ahí aceptación del destino, resignación existencial o alguna de las expresiones del nihilismo; hay Revelación. Juan no existe en la libre aceptación del ser, ni se ordena desde la asunción autónoma del deber ser; Juan consiente la existencia en la Palabra. En el Gólgota Juan atestiguó que la Palabra se hizo carne. Juan consiente la existencia cuando todo lo demás es inconcebible, porque Jesús lo ha dicho. El consentimiento de la existencia que se perfila en la ausencia del desconsuelo se funda en la Palabra y se orienta a la esperanza. Juan espera más allá del proyecto porque Él lo dijo. No es la esperanza de Juan un cálculo racional de las posibilidades de éxito, no es anhelo de bienestar frente a la adversidad, mucho menos un afán supersticioso con alguna providencia; Juan atestigua la esperanza en el consentimiento de la existencia que es la muerte de Jesús. Juan lo sabe: la existencia desesperanzada es desencarnada. Por ello, ante la catástrofe y bajo la fe, Juan confirma la existencia en la caridad: mujer, aquí tienes a tu hijo; hijo, aquí tienes a tu madre. La caridad es el consentimiento de la existencia ante la catástrofe, y lo entiende el que sabe que la salvación nunca fue necesaria. No podemos salvar nuestras amistades.

Námaste Heptákis

 

Los desaparecidos. Hoy se cumplen 18 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. En la semana, el subsecretario de derechos humanos de la Segob, Roberto Campa, comentó que se realizará una evaluación psicológica a los familiares de los normalistas para establecer la reparación del daño. Ayer, Felipe de la Cruz declaró en radio que no van a aceptar el ofrecimiento de la reparación del daño, pues lo que quieren es saber qué pasó con los desaparecidos. Quizás estamos ante un problema señalado aquí desde el inicio del conflicto: ¿es posible la justicia donde no hay política? Es momento que el perdón sea innegable.

Por otra parte, ya se cumplieron dos meses de la desaparición forzada de los jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz. Sobre el caso no se presentaron avances en la investigación durante la semana.

Los desaparecidos no deben ser olvidados.

Escenas del terruño. 1. La lucidez no toma vacaciones, aquí la imprescindible opinión de Jesús Silva-Herzog Márquez en torno a la posición de Miguel Ángel Macera frente a la contingencia ecológica. 2. Alejandro Hope advierte sobre los inconvenientes de la propuesta de hacer de Guerrero un productor legal de opio. 3. Relevante la investigación presentada durante la semana en El Universal, acerca de los feminicidios en Jalisco. Aquí la primera parte y aquí la segunda. 4. El próximo lunes 28 se cumplen 5 años del asesinato de Juan Francisco Sicilia. El poeta conmovió al país y los paisanos desconfiaron del poeta. Y el infierno se nos hace cada día más grande.

Coletilla. Recordemos a Salvador Elizondo en su décimo aniversario luctuoso. Comparto el poema «Sensación».

Queda el recuerdo;

se pierde el acto;

queda tu beso,

mas no tus labios;

somos la muerte,

somos la nada,

somos un eco

de algo…