He aquí la esclava del señor
Lc. 1,38
Quien se compromete para algo, se promete a sí, busca hacer lo que le es propio para que el otro haga lo mismo. Esto es lo que hace María al aceptar la voluntad del creador, y no lo hace a ciegas ni a la ligera como pareciera que lo hacemos todos. Ella sabe que el compromiso implica una alianza y ésta trae consigo obediencia y responsabilidad, la primera exige el silencio de quien sabe escuchar, y la capacidad de guardar en el corazón aquello que por prudencia no debe mostrarse al mundo cuando el tiempo no ha llegado; la segunda exige el desvelo y la fuerza para mandar lo imposible cuando el tiempo es propio para ello.
María, al pie de la cruz, es imagen de lo ocurre cuando en el compromiso se unen obediencia y responsabilidad, su corazón es atravesado por la más filosa de las espadas, pues al mismo tiempo ve sucumbir al hijo y al salvador, pero ese dolor no ahoga la esperanza que tuviera cuando treinta y tres años atrás dijera “Hágase en mí según tu palabra”.
Maigo