Recursos escolares

El presupuesto siempre es el gran problema de las escuelas públicas. La insuficiencia de recursos merma la posibilidad de una buena educación. Por ejemplo, la diversidad de caracteres y capacidades, vuelve incompatibles a los estudiantes con los profesores, a los estudiantes con los estudiantes y a los profesores con los profesores. Los planes educativos no resuelven nada si no hay quién los sepa aplicar; no se puede enseñar si ni siquiera se tienen los libros mínimos; nadie puede aprender si no se le enseña a leer. El dinero de poco sirve si no se sabe cómo usarlo.

El problema presupuestal se agrava cuando la escuela se utiliza como un hormiguero ideológico. El régimen apoyará con dinero, si y sólo si propagan su ideología, las ideas que sepan enfocar al gobernante o a los gobernantes. Pero los profesores pueden defenderse, servir de contrapeso institucional, guerrearle al poderoso o los poderosos. El problema se vuelve irresoluble cuando los profesores emulan a los políticos, cuando la escuela se transforma en una fuerza política. La escuela es un lugar donde se aprende a perseguir el poder. Al ser la educación una instancia secundaria para los profesores, merma su calidad y, quizá, su probidad. Los lugares que deberían incitar a la búsqueda por el conocimiento, a descubrir aspectos que ayuden a vivir mejor, se transforman en instituciones partidistas. La ideologización partidista de las escuelas públicas no las vuelve lugares críticos, sino manipulables al presupuesto. Un gobernante o un grupo de gobernantes pueden disponer de, por ejemplo, el dinero de los viajes al extranjero otorgados a un centro de enseñanza, porque pretexta que estos se usan como premios a los amigos de los gobernantes de las escuelas; añade que, debido a que los profesores prefieren jugar a la política en lugar de enseñar, viajan para vacacionar, no para aprender. El o los gobernantes encontraran apoyo si efectivamente los docentes presumen sus fotos en redes en lugar de mostrar lo que aprendieron; el o los gobernantes premiarán a sus cercanos. Pero no todo es negro y gris, pues existen los maestros que aman aprender y enseñar. Por ellos el presupuesto a las escuelas no es un huachicoleo a los impuestos; ellos revisten de dignidad a la educación.

El estudiante inquieto e inteligente que le guste aprender estará en la encrucijada de darle buen uso al poco presupuesto que logre alcanzar o jugarle al diputado académico. Tal vez llegue a creer que puede darle buen uso al dinero y satisfacer su ambición. Pues, así como los políticos se aprovechan de las lagunas legales de los códigos o de la incapacidad de quienes intentan ejercer la justicia para cometer sus corruptelas, el estudiante cumplirá con todos los requisitos para ser un académico que cumpla, que viva en la medianía. Se sobreespecializará en algo que no le sirva ni a él mismo. El conocimiento es poder.

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Hippies contra oficinistas

¿Qué tan estresante es la vida moderna para que vivir como un hippie sea una de las mejores opciones de vida? Hay quien diría que las vacaciones son una modalidad del mencionado estilo de vida, pues las preocupaciones se alejan durante un puñado de días para contrarrestar el estrés. Aunque el estrés es causado por el trabajo con el cual se pudieron pagar los días de arena, sol, diversión y tranquilidad. No hay vacaciones sin trabajo; no se vacaciona si no se está estresado. La cíclica pesadilla de todo trabajador. La fórmula de la vida no moderna podría simplificarse como alejada de las preocupaciones, pues éstas son dolorosas; el mejor modo de vida, visto así, sería el de los constantes placeres y los pocos dolores. La disyuntiva sería saber cómo se consiguen más placeres con la menor cantidad de dolores posibles, si con la vida al natural o con la vida laboral. Pero esto sería como abandonar nuestro aspecto humano, pues nunca podemos dejar de preocuparnos por las consecuencias de las acciones que tomamos en la vida de las personas que queremos.

Un hippie consecuente sabe que sus acciones afectarán a las personas que lo quieren; sabe que su estilo de vida le afectará en todos los sentidos; sabe que si quiere alejarse del egoísmo moderno, no puede tomar una decisión egoísta. Quizá por ello pondera tanto el amor y la paz; quizá por ello busca que todos tengan un modo de vida semejante al suyo. Su modo de vida se vuelve estilo de vida si el mundo moderno es como él lo pinta y ahí no hay manera de vivir bien. ¿Aunque si lo que principalmente pondera es el amor, la ausencia total de egoísmo y el despoder humano, esto no podría darse sin necesidad de vivir alejado de las grandes urbes y de sus costumbres?, ¿tendrán razón los hippies y no es posible amar en el mundo moderno tal como se nos presenta?

Desafortunadamente la sencillez de la vida al natural no compagina con la complejidad del alma humana. De no ser porque el hombre que pretende vivir al natural sabe que debe dejar de lado la humana sociabilidad, podríamos decir que quiere alejarse de los problemas humanos, que le tuvo miedo a ser animal político. Siempre hay espacio para soñar que no hay nadie alrededor.

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Trabajo digno

Reza un dicho popular: “el trabajo dignifica”. Pocos se atreverían a disentir contra lo que tantas veces han escuchado, más si lo han dicho personas a las que ellos respetan. La manera más rápida de entender esto sería pensando que es preferible trabajar a robar, pues sólo así se saborean mejor las cosas que se compran; sólo así se aprende a gastar, pues si cuesta obtener el dinero, no se decide despilfarrarlo. Quien roba no disfruta lo robado, por eso necesita robar más, para distraerse constantemente de su atropello. De cierta manera, sería lo mismo que decir que uno sólo se siente bien gastando lo que se gana con justicia. Pero cuando en el trabajo el esfuerzo no se recompensa con lo obtenido, ¿se está dignificando, denigrando o sobrevalorando al trabajador? El propio trabajador, ¿cómo valora lo que hace?, ¿por hora, por el esfuerzo empleado, por lo que estudió? Y ¿qué tan injusto es que se recompense de la misma manera a quienes tienen más capacidades que a quienes tienen menos? El gran problema del trabajo es que la retribución sea justa.

Por otro lado, qué sea considerado un trabajo nos complica el problema, pues pese a que muchos escriban, pocos pueden vivir de la escritura, algo parecido pasa con música, la pintura, la escultura o cualquier otro arte cuya valoración sea difícil, si no es que imposible, de realizar en términos monetarios. Pero pensar cualquier actividad en sentido monetario es reductivo, pues quizá un escritor con poca percepción de ingresos pero que escribe aquello que desea decir, sienta su trabajo más digno que el autor de libros con millones de copias vendidas; uno realiza su trabajo porque algún bien siente que hace, el otro es comparable a un empresario petrolero, textil, minero o de cualquier otro tipo. Hay trabajos que dignifican, en otros simplemente se gana dinero.

Muchos trabajos tienen la ventaja de que son productivos, es decir, se ve concretamente la influencia que el trabajador dejó en algún material o ser vivo. Incluso el trabajo de los políticos se puede ver en el modo en el que vive la gente a la que influyeron mediante su gestión, partiendo del supuesto de que dicho trabajo sea realizado con justicia. ¿Pero qué pasa con el trabajador, de oficina por ejemplo, cuya labor no sabe cómo influye dentro de la empresa o secretaría en la que se encuentra?, ¿qué sentirá el trabajador que no ve reflejado por ningún lado las constantes gráficas que hace, las constantes juntas a las que asiste, el constante tecleo al que se dedica con frenesí?, ¿su carácter se verá modificado por lo que hace?, es decir, ¿se sentirá más digno entre más tiempo pase realizando lo que él considera su labor?, ¿vive bien quien no sabe la finalidad de lo que hace? Quizá su última, y quizá única, ambición sea la jubilación. Pero hasta esa, dependiendo el país en el que se trabaje, podría estar en peligro, podría no ser justa.

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Escalas

Para algunos vivir es hacer escala en todo lugar y en cualquier tiempo.

Tips de viaje

Un amigo mío viajó tanto para conocer, que al final se dio cuenta que no sabía nada. Esto podría deberse a que los viajeros viven más de lo que ven, a que vuelan más de lo que caminan. Las muchas fotos no sólo arruinan la memoria, también arruinan la mirada; también arruinan los destinos. ¿Cómo saber a dónde ir, cuál es el siguiente paso a dar? Un souvenir es un chiste de viajeros. Parecería que lo mejor de cada lugar no se puede ver en vacaciones. Hay quien dice que la sabiduría del viajero es la historia.

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Rutina

La rutina no es cansada, lo que cansa es la falta de alimento para el alma.

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