Opio

“What is grand is necessarily obscure to weak men.

That which can be made explicit to the idiot is not worth my care.”

W. B.

La libertad de creencia, de culto y de religión. Esto está en la mayoría de las constituciones modernas, como la nuestra. El estado laico es, quizá, la seña más distintiva de las propuestas políticas modernas.  La religión nunca fue, y aún no es aunque insistan muchos en creer, asunto baladí. Toda esa gente lista que sentó las bases de la modernidad lo sabía, por eso el intento, si no de eliminarla, sí de restarle o quitarle todo el poder que por tanto tiempo había tenido. La Iglesia pasó a ser una institución más.  La católica dejó de ser la única, se debilitó y se abrió la puerta a muchísimas religiones más. Ahora somos libres de creer en lo que queramos. De tener fe en Dios o de no tenerla en nada. Aunque seamos católicos, musulmanes o sintoístas, estamos obligados, según la ley, a respetarnos. Pero, si se mira con atención, todo esto es un problemón. Antes, cuando la religión no estaba aparte, se explicaba al hombre, su origen y naturaleza de una forma determinada. Después, cuando se propuso el moderno modelo del estado laico y civil, el hombre tuvo que explicarse de otra manera. Dejó de ser creado y causal, y pasó a ser una bonita casualidad. Ahora, más que alma, se comprende al hombre como pura materia en movimiento. Ya no cabe nada trascendente, que sea motivo de creencia o de fe. Ahora, el hombre está explicado “a la luz de la ciencia”…O eso nos dicen, o eso nos gusta creer.  Algunos modernos hablan del hombre como fundamentalmente egoísta. Antes y aun dentro de la comunidad, explican, el hombre sigue viendo por él mismo y por nadie más; busca la comunidad porque así puede, con más facilidad, permanecer vivo y satisfacer todo deseo. Aunque, otros más, no ven al hombre como algo tan grosero. Hablan de él como bueno y compasivo. Dicen que la comunidad se forma, precisamente, porque compartimos un mismo sentimiento. Pero, no hay que ser un listote para ver que, estas dos explicaciones de la naturaleza del hombre no son tan científicas como nos gusta o nos han hecho creer. Ambas posturas, aunque difieren, coinciden en que la comunidad es algo artificial y que antes de ésta, el hombre está en un llamado estado natural. Pero ese estado natural no es algo que tan fácil se pueda comprobar. No se puede ir al pasado para ver si, efectivamente, antes de toda comunidad había tal o cual estado egoísta o sentimental. Esto, así como la explicación que da la religión, acaba siendo un asunto de creencia y de fe. Aunque en secreto, ambas posturas se topan, inevitablemente, con la cuestión teológica. El problema sigue bien latente. Y no es difícil verlo en las noticias que casi a diario cuentan de los conflictos religiosos en Birmania o Afganistán. A diario hay comentaristas que condenan actos de religiones como el Islam.  Lo sagrado y la fe son cuestiones que no deben rechazarse, sino explorarse bien. Pues, a pesar de los muchos intentos por disminuirlas o desterrarlas, aun hoy permanecen (y se me hace que así será para siempre).

PARA APUNTARLE BIEN:  “Religion used to be the opium of the people. To those suffering humiliation, pain, illness, and serfdom, religion promised the reward of an after life. But now, we are witnessing a transformation, a true opium of the people is the belief in nothingness after death, the huge solace, the huge comfort of thinking that for our betrayals, our greed, our cowardice, our murders, we are not going to be judged.” ― Czeslaw Milosz

 MISERERES: Normalistas tomaron ya estaciones de radio en Guerrero, y Rectoría de la UNAM sigue igual. Las medidas contra todos estos actos parecen no ser suficientes. Además; escandalote por el uso electoral de programas sociales. Sedesol y Rosario Robles en la mira por el llamado, supuestamente, otorgar cargos a personajes no familiarizados con programas sociales, pero sí con intereses político-electorales. EPN dijo que “no lo tolerará” (aunque su gabinete está, en gran medida, conformado de esa manera). Todo esto causó la suspensión de las actividades acordadas en el “Pacto por México” y con esto, se pospuso la presentación de la propuesta de la Reforma Financiera.