Arde, árbol de pólvora,
el diálogo adolescente,
súbito armazón chamuscado.
Octavio Paz
Lo fácil es la anécdota, el uso sencillo del lenguaje para expresar dramáticamente el efluvio de emociones que miles vivimos el pasado miércoles 30 de mayo en las islas de Ciudad Universitaria. Miles de universitarios, y una centena de agregados, reunidos en lo que se vino a llamar Primera Asamblea Nacional de Estudiantes. Representantes de 54 colegios nacionales congregados en un mismo lugar intentando agrupar en un breve listado de causas la multiplicidad que ahí los convocó. Lo mismo hubo profesionales de la protesta que improvisados de la voz alta, tanto derrochadores de ingenio como avaros de esperanza, politizados de pizarrón y politiqueros de teclado, pumas, burros, linces, borregos y toda la fauna universitaria. Lo fácil, repito, sería hacer el recuento de las emociones: qué se dijo más fuerte, cuántas goyas se lanzaron, qué canción gustó más. Sería fácil, efectivo, pero no necesariamente lo mejor. Pues de hacer eso, menospreciaría lo que el pasado miércoles pude ver y escuchar: un ejercicio –limitado, es cierto, pero real- de diálogo, de debate, de intercambio público de las opiniones sobre lo público. A fin de ponerse de acuerdo sobre el sentido de su movimiento, los jóvenes del #YoSoy132 organizaron quince mesas de debate sobre los puntos centrales de su proyecto, asistí a la segunda mesa a fin de conocer las motivaciones políticas del movimiento. Entre la discusión del fundamento político de #YoSoy132 se presentó un debate fundamental sobre el momento político actual, debate que no sería del todo malo llevar a la plaza pública general. El punto de partida fue netamente pragmatista: si bien todos estamos contra el regreso del PRI en la persona de Enrique Peña Nieto, ¿el sentido del movimiento #YoSoy132 es evitar a toda costa el triunfo del candidato tricolor? Y si ese es el objetivo, siguieron preguntando, ¿no será necesario reivindicar el voto útil? O dicho de más somera manera: si queremos que Peña no llegue, debemos votar por su más cercano opositor. Ante la pregunta por el voto útil un debatiente agregó: si nos pronunciamos por el voto útil, que inevitablemente deberá decidir por Vázquez Mota o López Obrador, se dividirá el movimiento y lo importante sería mantenerlo unido tras el 1 de julio. Lo cual equivale a preguntar si #YoSoy132 ha de buscar la derrota de Peña o ha de buscar su propia permanencia. Ambos sentidos efectivistas se mantuvieron en debate hasta que un estudiante del ITAM dio profundidad al problema: no tiene caso debatir aquí si lo importante es el movimiento o el resultado de la elección, sino que lo importante respecto a pronunciarnos sobre el voto útil es si el movimiento está por el ejercicio libre del voto o es un mecanismo de inducción del voto. Con lo cual se reorientó la discusión, pues los jóvenes ahí reunidos descubrieron que la pregunta no era ya si debía gobernar tal o cual persona, sino de qué modo es que se podía garantizar la legitimidad de un gobernante. De manera súbita transitaron de su indignación ante “el candidato de las televisoras” hacia la defensa de la libertad expresada en el voto. De manera ejemplar entendieron que pronunciarse por el voto útil, incluso siendo el último recurso, es indigno del libre ejercicio democrático, y es, de algún modo, motivo de indignación semejante a la “imposición” mediática de un candidato. Ante el dilema de votar o no votar el próximo 1 de julio, el resolutivo de la asamblea se pronunció por respetar la libertad del individuo, libertad que incluso acepta anular el voto en estas elecciones de la ignominia, y encaminarse a la promoción del voto informado; ante el dilema de votar o no votar, la asamblea se pronunció por su idea de lo mejor frente a lo útil y lo efectivo; ante la pregunta de votar o no votar los jóvenes del país contestaron con la responsabilidad individual. Si en las asambleas locales se aprueba el primer punto de acuerdo de esta asamblea de posicionamiento político, el movimiento #YoSoy132, contrario a las expectativas abrigadas en secreto por algunos de sus prosélitos y detractores, no será una expresión más de la bola revolucionaria, ni será una aplanadora ideológica, sino que se limitará, humildemente, a hacer política más o menos decente: promoviendo la responsabilidad. Para los tiempos que corren, en que cada vez son menos quienes reconocen la altura de un ejemplo moral, el gran reto para el movimiento #YoSoy132 serán los incendiarios, quienes quieren ver a las unánimes multitudes imponiendo su poder; para los tiempos que corren nos hará falta perseverancia.
Námaste Heptákis
Parte de guerra 2012. 4520 ejecutados al 1 de junio.
Garita. El pasado lunes el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se reunió con los candidatos presidenciales. Javier Sicilia les dijo lo siguiente:
Para muchos, usted, señora Vázquez Mota, significa la continuidad de una política que nos ha sumido en el horror, la miseria y el despojo; el señalamiento duro a las corrupciones de los otros partidos, pero la incapacidad autocrítica para ver las del suyo y la protección o la simulación frente a delincuentes o malos funcionarios de su partido que ocupan y ocuparon cargos políticos, incluso de Estado. Usted representa a un partido que nos debe la transición y que se ha corrompido a grados ignominiosos con el poder. Usted representa un partido que después de doce años deja como una de sus herencias un inmenso camposanto como patria.
Para muchos, señor Peña Nieto, usted representa el regreso al pasado, es decir, el regreso al origen de la corrupción de las instituciones que hoy se desborda por todas partes y cuyo rostro no es sólo la violencia, el dolor, la corrupción, la impunidad y la guerra, sino la imposición de la presidencia imperial, el uso patrimonialista de la nación y la represión –Atenco, la respuesta descalificadora a los muchachos dela Ibero, la manipulación mediática frente a sus legítimas protestas, son sus señales más claras-. Representa también el voto corrompido, el voto comprado, el voto no ciudadano, el de la miseria moral y el de la arrogancia y los intereses de los monopolios de la comunicación. Hoy está aquí presente el escritor Germán Dehesa que hasta el último día de su vida, como un signo de ética ciudadana, contó las noches que se acumulaban cargadas de los agravios de la fraudulenta gestión del exgobernador Arturo Montiel.
Para muchos, usted, señor López Obrador, significa la intolerancia, la sordera, la confrontación –en contra de lo que pregona su República Amorosa– con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones; significa el resentimiento político, la revancha, sin matices, contra lo que fueron las elecciones del 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido que incluso, contra la mejor tradición de la izquierda mexicana, no han dejado de golpear a las comunidades indígenas de Chiapas y de Michoacán o a los estudiantes de Guerrero. Significa también la red de componendas locales con dirigentes que años atrás reprimieron a quienes buscaban un camino democrático, el señor Bartlet es sólo la punta del iceberg.
Para muchos usted, señor Quadri, significa la usurpación de las candidaturas ciudadanas –que nos negaron junto con la Reforma Política—, la arrogancia y una doble moral que pretende reivindicar el liberalismo y criticar los monopolios mientras usted sostiene su campaña apoyado en la mafia de una cacique que representa lo peor de nuestra clase política, y en el poder de un sindicato corrupto que tiene secuestrada la educación de la patria, que usa a nuestros niños para el chantaje de más canonjías y posee una fortuna que, fruto de la corrupción, nos ofende y nos indigna a todos.
Coletilla. (Sin dedicatoria especial) “El libertino acaba en la indiferencia o apatía porque principió por sentir indiferencia ante sus semejantes”. Octavio Paz
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