Y gracias

La gratitud puede parecernos absurda, porque aquellos que nos dan gracia no la necesitan, y los que hacen desgraciados a otros, muchas veces lo hacen buscando el aplauso y el sometimiento que confunden con una gratitud debida.

Ingrata sería, si al partir no actuara como si no conociera a quienes han tenido la paciencia para leerme o para escribir junto conmigo aquí.

Fueron años de acordes y desacordes los que compusieron la música que sonó aquí, muchas de esas armonías se perdieron y otras prosperaron, Muchos instrumentos tejieron el tapete multicolor que se formó con el discurso.

Ahora, tras llegar a una costa que parece segura, y después de recordar a los fieles difuntos y a quienes con su vida fueron tejiendo el sentido de la mía, dejo esta barca para ingresar en nuevas tierras y vivir nuevas aventuras.

No sé si ahí me encuentre con locos viviendo en opulentos palacios, o si me tope con tiranos que ríen mientras Roma se incendia, tampoco sé si veré florecer las rosas en primavera, o si encontraré una forma de entender las pecaminosas acciones que a veces me tientan.

La barca junto a la costa se queda y me enfilo a explorarla porque si bien parece segura, no deja de ser desconocida.

Los acordes que aquí sonaron callan; sin embargo, el silencio es bello y también nos prepara, para poder decir mejor lo que corresponde a la palabra, pero por el momento hay que cerrar las partituras y poner un punto al habla.

A quienes me invitaron a este Big Band, a quienes me comentaron y me acompañaron a reflexionar y a quienes atentos a lo que escribí me leyeron, aunque nada les puedo dar sólo me resta decirles Gracias.

2 Comentarios

  1. Námaste Heptákis dice:

    Gracias por todo, Maigo. Doce años de trabajo que animaste desde el principio hasta el día de hoy.

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  2. Cantumimbra dice:

    Gracias por tu cuidado por la palabra, Maigo, por tus acordes, y por tu compañía.

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