Cuando despertó ya se había terminado el ruido de la tormenta. Por fin había pasado el momento de ir a la deriva, en el cielo había una promesa, la promesa de la salvación y de la vida.
Sus ojos, ahora llenos de sueños, se percataban de todo el trabajo que había, ya no se trataba de alimentar a los animales o de calmar a los miembros de la familia.
La vida se había salvado y la promesa en el cielo era el sello garante de ello.
Noé salió del arca, llevaba consigo una pala, pues había que enterrar a aquellos, que por incrédulos, no lograron ver el arcoíris.
Maigo