Notas para una lectura del libro del Éxodo
Tercera parte
Según el segundo modo de considerar la estructura del libro, aquel que aquí he llamado el del sentido literario, debemos distinguir los diversos modos literarios que toma el libro y a partir de ellos deducir su estructura. El texto comienza de modo descriptivo. En total hay cuatro secciones descriptivas (1:1-6; 2:23-25; 5:1-6:27; 35-39), tres al inicio y una al final del libro; destaca que al centro del mismo no hay estilo descriptivo. Tras la primera sección descriptiva encontramos la primera sección narrativa. En total hay trece secciones narrativas (1:7-2:22; 3-4; 6:28-7:13; 7:14-10:29; 11:1-13:16; 13:17-14:31; 15:19-18-27; 19:1-25; 20:18-21; 24:1-18; 32; 33-34; 40) que pueden distinguirse en dos clases, pues algunas de ellas están intercaladas con otro tipo de secciones (las secciones narrativas 1:7-2:22 y 3-4 con las secciones descriptivas 1:1-6; 2:23-25 y 5:1-6:27; las secciones narrativas 32; 33-34 y 40 con la sección descriptiva 35-39; las secciones narrativas 19:1-25; 20:18-21 y 24:1-18 con las secciones prescriptivas 20:1-17; 20:22-23:29 y 25-31) y otras no lo están: las secciones narrativas intercaladas y las secciones narrativas continuas, siendo ocho las intercaladas y cuatro las continuas y una independiente; correspondiendo las secciones de narrativa continua al pasaje de las diez plagas, la salida de Egipto y el paso por el mar Rojo. Tras la sección de narrativa continua aparece la única sección lírica (15:1-18) del texto. Y, finalmente, podemos señalar que son tres las secciones prescriptivas (20:1-17; 20:22-23:29; 25-31). Por tanto, el libro consta de veintiuna secciones, siendo narrativas la mayoría. La proporción entre la parte narrativa y la totalidad del libro tiene la forma clásica de la razón extrema y media, es decir, tiene proporción áurea. La importancia de la sección narrativa en el texto, de acuerdo a todo lo anterior, es fundamental. A partir de ello podemos reconocer que la narrativa del Éxodo se distribuye en cinco secciones. La sección inicial (1-6:27) consta de tres secciones descriptivas y dos narrativas; la segunda sección (6:28-14:31) consta de cuatro secciones narrativas; la tercera sección (15:19-18:27) es por sí misma una sección narrativa; la cuarta sección (19:1-31:18) consta de tres secciones narrativas y tres prescriptivas; y la quinta sección (32-40) consta de tres secciones narrativas y una descriptiva. Tenemos, pues, que la sección que se distingue, en cuanto al estilo literario, es la que en nuestra distribución queda al centro (15:19-18:27), aquella que habla de las tribulaciones por la necesidad, la guerra y el gobierno. Se distingue, además, por estar precedida por la única sección lírica. Ni las penurias del pueblo judío oprimido por el Faraón, ni la salida de Egipto, muestran al pueblo como uno, sino que eso se presenta hasta la sección central, donde aparece el canto, la guerra y el gobierno; quizá sea suficiente indicación sobre la sabiduría política que guarda nuestro texto. Cabe destacar, además, que la acción previa a la parte central (la de la segunda parte) es continua y carece de prescripciones; la que sigue a la parte central (la cuarta parte) es discreta y proveída de prescripciones; la parte central, pues, marca el nacimiento de la acción política, de la acción orientada por la ley. No está de más decir, tampoco, que la primera parte es el camino de un hombre particular hacia Dios; mientras que la quinta parte es el camino de un pueblo hacia Dios. La obra literaria que queremos comprender es la narración del nacimiento de un pueblo regido por la ley. Como obra literaria, el Éxodo es una obra política.
De acuerdo al tercer modo, que habíamos enunciado primero, el texto se divide en dos partes simétricas, correspondiendo la primera a los primeros veinte capítulos y la segunda a los últimos veinte. Así dividido, el texto nos muestra al centro el famoso pasaje del Decálogo, es decir, nos muestra cómo se da al pueblo la ley. Al interior del pasaje central, que consta de veintiséis versos, se remarca la diferencia entre los preceptos del Decálogo, correspondiendo a los primeros los preceptos positivos y, a partir del versículo que queda justo a la mitad (20:13), los siguientes a los prohibitivos. Así dividido, sólo en cuanto a la figura exterior del texto, el Éxodo es la subida al monte Sinaí para recibir la ley (primera mitad del texto) y su correspondiente descenso y desenvolvimiento (segunda mitad). Nuestro libro expone el ascenso del hombre hacia la Ley y el descenso desde la revelación.
A partir de las posibles estructuras del texto podemos dejar asentado que estamos ante la sabiduría judía respecto a la Ley y el drama por el que esa sabiduría enseña.
Námaste Heptákis
Coletilla. “Sólo los locos, los desequilibrados y los maniáticos pueden resistir largo tiempo al fuego del entusiasmo; el hombre sano debe contentarse con declarar que, sin una chispa de este misterioso fuego, la vida no vale la pena vivirse”. Robert Musil