En filas muy ordenadas los estudiantes universitarios se forman para el mañana. Muchas pruebas hay de ello, pues las fotos y los videos muestran el orden y la dedicación universitarias. Si los estudiantes no están sentados, se encuentran en prácticas experimentales, están atentos, buscando sustraerle todo el conocimiento posible al fenómeno que se analiza. También de esto hay fotos y videos; se muestra lo mucho que se aprende y se quiere aprender. No es de sorprender el orgullo de quienes observan en esas fotos a personas como ellos, aprendiendo mucho, a manos llenas, construyendo, desde las bases, un gran futuro.
Pero hay estudiantes universitarios escasamente ansiosos por aprender y mucho menos les gusta el orden; aprenden lo suficiente y el tiempo restante lo dedican a lo que les gusta; muchos ni lo suficiente aprenden. Lo importante, según ellos, no es “ser mataditos”, sino “tener vida”; mejor dicho: “hay tiempo para todo”. Pero sin eufemismos lo que dicen, o al menos hacen, es gozar rápido y sin esfuerzo, aminorando las consecuencias (al menos con palabras) que nunca se separan del placer. No es mediocridad, como algunos gustan llamarle, según dichos estudiantes se llama “vivir la vida”. Si prefieren vivir la vida, ¿por qué siguen estudiando? La respuesta es fácil (seguro más de uno ya se la sabe): para seguir gozando. Me explico: según los estudiantes multifacéticos, una carrera universitaria les garantizará un excelente empleo (con un Seguro Médico de gastos mayores, vales de despensa, Aguinaldo, Carro y hasta Pareja Escultórica) con el cual ganarán mucho dinero para, como ya se dijo, gastarlo en su propia satisfacción. Los medio estudiantes, medio gente de mundo, creen que el trabajo es como la escuela: siempre hay lugar, se pasa fácilmente, se tiene mucho tiempo libre, así como hay buenos amigos y se posee dinero suficiente. ¿Estarán orgullosos de ser estudiantes? Por supuesto, así como les da orgullo el cómo viven, pues creen merecerlo. Con su orgullo se distinguen de los vagos, los borrachos y los desempleados, de esa gente dañina para la sociedad.
El orgullo universitario no es como una niebla que inunda los egregios recintos educativos; resulta como un sol del cual es difícil evadirse, pero tiene sus partes sombreadas. Hay estudiantes en las sombras, por descuido o gusto; así como hay estudiantes a los que los luminosos rayos del astro no les agradan, los ciegan y los enferman.
Ver al orgullo universitario separado del estado es un error, pues el gran pilar de dicho orgullo, me parece, se encuentra en la enorme utilidad de la universidad para la nación. ¿Deben sentirse más orgullosos quienes son más útiles? ¿Los estudiantes se sienten orgullosos de su nación y por eso le sirven o se sirven de su nación y eso les da orgullo?, ¿es preferible no sentir orgullo a dañar a la nación? ¿El orgullo no será como una respuesta rápida que los estudiantes dan cuando se les cuestiona sobre su labor a la ciudadanía, para que no se sientan comprometidos a ver los grandes problemas del país?
Yaddir