Poco importó el escepticismo duro que gobernaba el alma de Federico. Hubiera apostado su vida, a que aquel objeto no estaba maldito. «Fue la radiación» pensó inmediatamente después de que le diagnosticaron un par de semanas de vida a causa de la Leucemia repentina. Sí, todos sabemos que su obsesión por Chernobyl le llevó a esta tragedia. Pero, no veo cómo aquella matrioshka despintada, no hubiera podido estar, también, maldita.