Aceptación

Un día abrí los ojos, aprecié la luz de la mañana y al verme en el espejo descubrí mi mortalidad.

Desde entonces las mañanas no han sido las mismas.

El calor del sol es agradable, y el frío que trae consigo el viento norte se siente en los huesos como una bocanada de aire fresco.

Ahora sé que dejaré de ser, pero mientras eso pasa puedo oler flores, percibir olores y saborear lo que me rodea sin temor.

Agradeciendo en todo momento que soy un ser efímero y perecedero en el tiempo, digo hasta pronto y me despido por el momento.

Maigo.

Serenidad

El otoñó llegó tranquilamente a la vida de todos, no se anunció más que con un aire frío y un sol quemante, como casi siempre que llega.

Afortunadamente llegó, aunque no le hicieron fiestas, porque los tiranos no festejan la llegada de las estaciones, ya que saben que esas no las crearon ellos y eso les duele en el ego.

Festejemos que comienzan a caer las hojas y que nos enseñan que en esta vida nosotros mismos también caemos, a veces movidos por el viento, a veces cargados por el tiempo.

Los tiranos, no festejan el otoño, porque éste llega silencioso y sereno, porque nos enseña lo que somos y porque anuncia que el tiempo avanza a pesar de los esfuerzos de los hombres para no recoger el fruto de lo que sembraron.

Puede esto último asombrarnos, pero en otoño hay quienes gozan de cosechar, pero hay quienes buscan que las cosechas se pierdan, porque ven que sólo sembraron cizañas y cardos.

El otoño a todos nos llega sereno, callado y cargado con los frutos de lo sembrado en primavera y de lo cuidado en el verano.

Herodes vivió varios otoños, pero tras la matanza de los niños cada uno resultaba más pesado.

Nerón nunca tuvo la serenidad del otoño y buscaba hacerse notar en todo momento y con miles de extravagancias, tras morir dejó a la ciudad eterna sumida en la falta de paz que tanto añoraba, esa paz que es verdadera cuando se tiene serenidad en el alma.

El otoño no le gusta a los tiranos, porque les recuerda que el tiempo se acaba, porque llega cargado con los frutos de lo que sembraron y porque no lo instauraron ellos.

A veces es posible engañarse con el bienestar de la primavera o con la calidez del verano, pero el otoño sólo da serenidad a las almas serenas y mueve a las prisas a los desalmados.

Llegó el otoño en silencio, con algunas nubes en el cielo, con su aire frío y seco y con su sol apareciendo poco a poco menos en el cielo, para dar cabida a la obscuridad que sólo terminará tras el paso del invierno.

Maigo

Un espejo insistente

El otro día me encontré con un espejo sumamente insistente, quería que todos nos reflejáramos en él, rogaba por un vistazo y no más, y argumentaba que lo que veríamos no nos iba a espantar.

Algunos curiosos, se acercaron al espejo, vieron en él su rostro y lo acusaron de mentiroso, decían que el susodicho estaba sucio y manchado, que era un espejo corrupto y deformado.

El espejo se sintió medio mal con tan malos calificativos, pero pudo comprobar que eran exageraciones de ciertos individuos, sin que se percataran los demás, el espejo se convirtió en espía.

Comenzó a seguir a quienes lo tacharon por hacer mal lo que hacía, y vio que quienes lo acusaron preferían verse a través de cuentos inventados, los que no leen como lectores se presentaban, los que no escuchan como empáticas personas atentos a las necesidades de los que los rodeaban y así sucesivamente, una arduo trabajo de autoengaño es lo que los espiados realizaban.

Había sujetos que se preciaban de ser justos, de ser buenos, de ser honestos, humildes, inteligentes, sabios y de no causar disgustos, pero la verdad era muy diferente. Y el protagonista de este cuento, pensó que él mismo estaba demente.

La locura comenzó a apoderarse de ese espejo, veía que los que en él se reflejaron eran buenos para tratar a los demás como presuntos delincuentes, sin que nada malo hubieran hecho; quizá sólo ser diferentes y estar de acuerdo con el espejo que al principio era insistente.

Pasó el tiempo, y la locura del espejo fue en aumento, el polvo se apoderó de él, dejó de ser una superficie pulida y se convirtió en una pantalla bastante enegrecida, se ocultaba porque se sabía deforme.

Pero de su escondite lo sacó alguno de los que al ver su reflejo al inicio se mostraron inconformes -¡Qué buen espejo es éste!- dijo, -¡Al fin un objeto que me hace justicia!, ¡Que me muestra con alma hermosa y tal como debería ser vista!-

El espejo enmudeció al escuchar ese discurso, no sabía si la cordura consistía en estar muy, muy, sucio.

No soportó tanta locura, tanto desatino y su alma se empezó a volver oscura. Mostraba lo que el otro quería ver, si era feo lo mostraba hermoso, ya hasta había aprendido cómo hacerlo precioso, si era gordo lo mostraba flaco y si era tonto lo hacía lucir como sabio.

El tiempo fue pasando y todos eran felices con el espejo que se volvió más insistente, esclavizante y cada vez menos honesto, pero un día el espejo se rompió, el peso del polvo lo venció y no pudo evitar hacer crash en el suelo.

El espejo, que había sido negro, se sacudió la tierra y pronto se convirtió en millones de pequeños espejos, pulidos y exactos, capaces de mostrar al otro hasta lo que no quiere que le sea revelado, y de replicar el reflejo verdadero millones de veces.

Aunque los reflejados lo acusen de mentir, de estar deforme o de no ser acorde con lo que quisieran ver de sí mismos los millones de espejitos no mienten y hablan con la crueldad que se les achaca a los niños

Maigo

Día de muertos

Ofrendo un cigarro a los que ya no están y que no olvidamos. Esperando que la muerte se olvide por un buen tiempo de los que acá quedamos.

La escandalosa publicidad

La publicidad es tan importante que hasta nos espían para saber con precisión lo que buscamos. Los vendedores son más conscientes de lo que compramos que nosotros mismos. Con sólo estudiar los hábitos de consumo, saben más de su mercado de lo que muchos saben de sí mismos. ¿Sería exagerado suponer que la publicidad nos da un panorama general sobre la población? Por ejemplo, si hay un anuncio o una campaña escandalosa, que genere una acalorada discusión, ¿eso quiere decir que queremos opinar sobre lo que más alborota nuestros prejuicios?, es decir, ¿queremos demostrar, con un tuit o alguna manifestación virtual, que nuestros prejuicios no son prejuicios sino el modo correcto de entender la interacción humana? O tal vez aún más elemental que esto, ¿queremos manifestar que tenemos la razón simplemente porque así nos da la gana, porque ya sabemos la respuesta a las preguntas que no nos hemos hecho? Lo difícil para los publicistas es saber exactamente qué nervio deben presionar para que su producto se haga viral. En la serie Mad Men se exploran algunos de estos temas sobre los que nunca hay dos equipos claros: religión, aborto, infidelidad, racismo, exhibicionismo. Dado que la serie está ambientada en la década de los sesentas, esos temas apenas si se mencionan. Pero en algunos casos su mención provoca la misma reacción que puede provocar en la actualidad: descuido y alarma. ¿Las reacciones muestran que generalmente no nos importan los temas sino tener una postura?, ¿nos preocupa saber hasta dónde puede llegar la tecnología para convencernos de comprar más? En el futuro ya no sólo sabrán (gracias a las cámaras) quién compra qué, cuánto y la frecuencia con la que lo hace, sino quizá podrían escanearnos (con una aguja o algo mucho más sofisticado) para saber lo que tienen que vendernos.

Yaddir

Discurso breve

Una buena sentencia comienza o termina un sólido discurso.

La idea de las alas

La idea de las alas

El lógos no puede ser lo mismo que la razón. ¿El significado del lógos ha de ser desentrañado de la oscuridad Heraclítea previa al platonismo de la idea? No necesariamente, pues el sentido platónico de lógos no sólo está en la dialéctica como camino del pensamiento hacia la verdad: la dialéctica es falaz, incluso podría decirse que imposible, si no hay Eros. El sofista no requiere la dialéctica porque la metafísica es impenetrable para él. El sofista requiere de persuasión, pero no de autoconocimiento. Si no hay posibilidad de conocerse a sí mismo, la persuasión es ejercicio de la habilidad en la palabra, en la palabra que disputa. ¿Por qué no es el sofista el alma más baja en la escala de la palinodia socrática, que rescata a Eros de la inventiva de Lisias? Se me ocurre lo siguiente: el tipo de alma que alguien tiene, que en el mito de Sócrates se distingue según lo que ha visto en el circular de las almas, no es perfilada según la influencia que el arte humano tenga sobre ella. El sofista no es el último en la escala, quizás, porque él no podría subsistir de no ser porque existen almas tiránicas. Es falso que la escala sólo sea una medida moral: la escala no es una medida de la “dignidad” al estilo moderno; incluso decir que esa escala sea una medida sería una exageración. Lo que gobierna a esa escala es la relación de Eros con la divinidad. El problema de reducir la presencia de lo divino en el mito de Sócrates está en no comprender el alma como fuerza erótica. Por eso el lógos nunca puede ser la Razón. El tirano es el afásico que no sabe qué es Eros, a pesar de tener deseos.

¿Importa saber qué es eros? Si no podemos hablar de eros sin hablar del alma, no podemos conocernos sin pensar qué sea eros. Pero, ¿de qué servirá la comprensión? ¿No es eros una pasión más entre otras, quizá la más importante, pero a fin de cuentas un movimiento entre otros de nuestro ser? ¿Qué lo haría el más importante? Según la palinodia, su importancia no puede dejar de ser metafísica, al menos para quien busca conocerse a sí mismo: el reflejo de los amantes, la visión de espejo que tienen ambos no es una reverberación de la inmortalidad. Sin metafísica, eros es el mito de un tirano que no acepta sus auténticos deseos, es un cuento moral. Aunque, dicho así, suena a que en realidad la metafísica es también un cuento que el filósofo inventa para no moralizar. Pero lo mismo le sucedería al lógos, que terminaría siendo una palabra que sólo nombra la obsesión del filósofo por sí mismo. No sólo es que eros no se comprenda sin metafísica, o que sea eros lo que permite la metafísica: eros es fuerza metafísica, y no porque empuje a la teoría, sino porque es un signo de lo divino en el alma. Por eros sabemos que no estamos impelidos por ley universal alguna hacia la materia en general, por eros sabemos qué distingue a la vida humana. El lógos no es sólo una explicación argumentada de lo real: la palinodia es un lógos que reúne metafísica y poesía. Sería absurdo esperar que el lógos sea una potencia que clarifica el ser de una sola manera y de modo incuestionable: ni siquiera el filósofo puede vivir como los dioses.

¿Por qué es lo bello lo más amable? La idea de que lo bello depende de la “subjetividad” no ayuda a comprender nada, porque nos deja en la total oscuridad sobre la posibilidad de decir algo en general sobre la experiencia de lo bello. Decir que lo bello sea más amable implica al menos la idea que no siempre se ama lo bello. ¿Qué tendría que ver el lógos ahí? ¿No es una experiencia tan privada la de la belleza, que es incomunicable? ¿No es más bien un fenómeno estético que es contaminado fácilmente con algún paso en falso del lenguaje poco educado? Yo creo que lo bello no se puede producir: bastaría recordar las tretas de Sócrates a Hipias para reconocer el sentido más evidente de esa idea. El misterio al que apunta directamente el Fedro  es tanto a la belleza del joven que habla con Sócrates como a su incapacidad para comprender en qué radicaría la belleza del lógos. Como muchos de nosotros, Fedro es un entusiasta de los discursos pulidos, pero no sabe, como nosotros, pensar en la belleza del discurso, más allá de la inclinación del gusto. ¿Por qué la palinodia es dicha para él, entonces?

 

Tacitus