La esperanza en el progreso

La esperanza en el progreso

La cultura del progreso pervierte la esperanza: la emplaza en un futuro posible y oculta su necesidad ante el inmediato fin de los tiempos. La esperanza en el progreso siempre deja tiempo para lo importante, pues nunca permite el imperio de lo importante. La esperanza en el progreso disocia la acción y la palabra: podemos prometernos la esperanza, podemos esperar la explicación, pero no podemos comprometernos con una explicación esperanzada. Disociadas la acción y la palabra, nada impide la irresponsabilidad; al contrario, la responsabilidad es futura en cuanto libre resolución o en cuanto fatídica aceptación. La esperanza en el progreso termina en tragedia.

Ahora que el Papa Francisco visita México podemos mirar azorados la perversión de la esperanza operada por el progreso. En las primeras impresiones caras a la mexicanidad, Francisco se gana la aceptación de la gente porque “es tan sencillo que rompe el protocolo”. Dejemos por ahora de lado la sospecha de que admirar al pontífice por romper el protocolo sólo sea una adherencia al gusto por la transgresión, y pensemos que es en verdad sospechoso que admiremos la ruptura del protocolo sin que nos admiremos de que el protocolo se haya instaurado. La “sencillez” de Francisco es presentada tras la valla protocolaria como un espectáculo venido de lejos, como un espécimen parahumano que hoy podemos mirar para después ver alguna otra cosa. Admirar la ruptura del protocolo sin admirarnos de la instauración del mismo es ocultarnos nuestra disposición al espectáculo, la disociación operada en nuestra vida entre la acción y la palabra: podemos admirar al raro individuo que se caracteriza por su “sencillez” porque sabemos que nosotros no queremos aspirar a esa característica. Desde la valla protocolaria parece anunciarse que las palabras de Francisco no encontrarán oídos, pero harán lindos adornos en los piercing de la conciencia.

La expectativa –que no esperanza- de los críticos sobre los discursos del Papa en las regiones que visitará son, una vez más, avisos de la falsificación de la esperanza. Visitará Ecatepec –el municipio más poblado y violento del país-, Chiapas –el ícono de la marginación y la desigualdad mexicana-, Morelia –el modelo de la corrupción narcopolítica- y Ciudad Juárez –la zona limítrofe del progreso, el lugar donde la vida es mercancía-. Francisco ha dicho que hablará fuerte. No traicionemos la esperanza. Todo político habla fuerte en Ecatepec, Chiapas, Morelia y Ciudad Juárez. Todos se espantan de la marginación ecatepequense, y todos se indignan por sus condiciones de vida. Todos miran preocupados a Chiapas, y cabizbajos dicen que los indígenas no deben vivir así. Todos se indignan con la colusión del narcotráfico y la política en Michoacán, y dicen que las cosas no deben ser así. Todos miran a Ciudad Juárez con esperanza… Porque la gente decente de nuestros días, y los políticos saben actuar muy bien como gente decente, se indigna ante lo indignante y manifiesta febrilmente su indignación de modos por demás creativos; la gente decente en verdad cree que el hashtag es sustituto del arrepentimiento y el like es una merced del perdón. Toda la gente decente espera que el Papa diga cosas muy duras y terribles, diga que las cosas no deben ser así, diga frases espectaculares con las que después podamos saturar el twitter… y que luego se vaya, y lo podamos culpar, porque sólo trajo palabras, porque sólo trajo buenas intenciones, porque México seguirá igual tras su visita. Y culparemos a los medios por hacer de la visita un espectáculo, y a los políticos por participar en la feria de la redención, y los críticos saldrán y nos dirán que nos lo dijeron. Pero eso pasará porque, nuevamente, hemos dejado de ver que en nuestra vida se ha disociado la acción de la palabra: confundiremos las palabras de Francisco con los decretos de los políticos; pervertiremos los símbolos papales con las poses fotogénicas de las creaturas de la publicidad. Los discursos del Papa Francisco sólo podrían abrigar la esperanza si al escucharlos superamos la escisión entre palabra y acción.

Quisiera decir que el Papa Francisco mostrará la verdad de la esperanza, pero tengo la impresión que la esperanza que de él se quiere no es para hoy, sino para pasado mañana. Hoy es fiesta; mañana, destino. Y el Papa lo sabe.

 

Námaste Heptákis

 

Los desaparecidos. Ya se han cumplido 16 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. En torno al caso es nuevamente el ruido y la grilla lo que satura todo. En la semana se presentaron las conclusiones del Equipo Argentino de Antropología Forense, que en breve dicen: no se puede concluir científicamente que la noche del 26 de septiembre se haya producido un incendio suficiente para calcinar 43 cuerpos en el basurero de Cocula. Contrario a lo que tanto se ha dicho, la conclusión del EAAF no desmorona la investigación oficial, sino que complementa lo que después del 27 de enero de 2015 se ha investigado en torno al caso. Según lo declarado por Gildardo López Astudillo, El Gil, a los normalistas se les dividió en tres grupos: unos fueron trasladados en patrullas de Iguala, otros en patrullas de Cocula y otros partieron con rumbo a Taxco. Los primeros dos grupos fueron conducidos al basurero de Cocula. Según la declaración de Bernabé Sotelo Salinas, El Peluco, los normalistas fueron conducidos al basurero esposados y apilados en una camioneta de tres y media toneladas, los que llegaron muertos «fueron arrojados al fondo del basurero», al resto se les mató a golpes y posteriormente se les calcinó; se reunieron las cenizas en una bolsa que posteriormente se tiró en el cauce del río San Juan. Según El Gil, el tercer grupo llegó al rancho de Víctor Hugo Benítez Palacios, El Tilo (todavía prófugo), donde fueron disueltos en ácido. En el basurero de Cocula, por tanto, no se calcinó a los 43; lo cual coincide con la conclusión del EAAF. Sabemos que uno de los 43 fue desollado vivo; los restos de uno más se identificaron entre las muestras del río San Juan. O la identificación genética es falsa, o hubo incendio en Cocula y al menos ahí se calcinó a uno. Según la declaración inicial de Sidronio Casarrubias Salgado, en la camioneta que llegó a Cocula iban como mínimo 19 estudiantes, no más de 25; el resto formarían el tercer grupo. No veo el desmoronamiento de una investigación todavía en curso.
Por otra parte, ya se cumplió un mes de la desaparición forzada de cinco jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz, hay un poco de luz sobre el caso. El seguimiento lo ha hecho Ciro Gómez Leyva.
Además, Juan Pablo Becerra Acosta aumenta los testimonios sobre los desaparecidos de Ciudad Cuauhtémoc.
Y por último, a la lista de desaparecidos hay que añadir el caso de Sinaloa.

Escenas del terruño. 1. Que, según Carlos Puig, la coordinación de seguridad para Guerrero es un anuncio vacío, sin seguimiento, sin plan y sin fin. Según mi conteo, hasta el 12 de febrero –día 43 del año- el número de ejecutados en Guerrero es de 206. 2. De acuerdo a la Consulta Infantil y Juvenil que en las elecciones pasadas realizó el INE, el 24% de los niños michoacanos -entre 6 y 9 años- no confía en la policía, y el 18.5% tampoco confía en el ejército. Entre los niños michoacanos -de 10 a 13 años-, 32.3% no confía en la policía, 28.1% no confía en el ejército y 56.3% no confía en los gobernantes; y el 3.1% de los encuestados declaró que son obligados a participar en actividades ilegales. Entre los adolescentes michoacanos -de 14 a 17 años-, el 83.5% no confía en la policía, 75.8% no confía en el ejército y el 95.1% no confía en los gobernantes; además de que la cifra de quienes son obligados a delinquir sube a 4.4%. Un dato más para la lista del drama de los niños sicarios. 3. Que, según León Krauze, las elecciones de Estados Unidos ponen en juego el idealismo y la real politik. 4. Aunque hoy todos tienen puesta a atención en la visita del Papa Francisco, la creatividad periodística de Animal Político redirige la atención de la misa en Ecatepec al Ecatepec de la Santa Muerte. Imperdible el excelente reportaje de Manu Ureste.

Coletilla. Tras la reunión del Papa Francisco con el Patriarca de todas las Rusias Cirilo I se va rumorando la posibilidad de una próxima visita papal a Rusia; el problema de la realización de esa hipotética visita va mucho más allá de la geopolítica y los caprichos de Vladimir Putin. Si quieres, estimado lector, tener un panorama del significado (y la complejidad) de una visita papal a Rusia te recomiendo leer La Gran Controversia del historiador franco-mexicano Jean Meyer.